🧖🏻‍♀️Capítulo 17🤷‍♂️

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—¡No entiendo ni una caca apestosa de lo que sale de su boca! —le grité muy enfadada al oficial frente a mí—. ¡Quiero un abogado de mi país! ¿Me está escuchando?

El oficial continuó hablándome en su idioma, pero yo no entendía nada de lo que me decía. Parecía que trataba de explicarme qué mantuviera la calma, pero ¿cómo se supone qué lograría eso?

—¡Ya le dije que no entiendo nada de lo que dice, Maldición! —desesperé—. ¡Quiero ver a James! ¿Dónde está James? ¡¡Jamessssss!! ¡¡Jamesssssss!!

Comencé a gritar, ignorando al oficial, enseguida, este se fastidió de mí y se marchó.

—¡No, por favor no se vaya! —supliqué—. ¡No me deje sola con esta loca!

—¡Oye! Anoche no me llamabas así —la mujer se acercó a mí y acarició mi cabello. Yo me encogí de hombros y me retiré.

La mujer me iba a violar, estaba segura.

Según ella, la noche anterior James y yo fuimos a otro pub, donde supuestamente la conocimos a ella y a dos hombres más, los cuales, decía que en ese momento debían estar con James, —también detenidos—. Bebimos, nos descontrolamos, destrozamos el lugar y después, la policía nos detuvo, pero el problema ahí era que yo no recordaba nada de eso. Estaba tan furiosa y alterada y preocupada por James, que no podía concentrarme en recordar.

Pasaron horas y horas, y yo seguía muerta de miedo con aquella mujer acosándome. No paraba de decirme estupideces como:

Tienes una piel muy bonita.
Me gusta tu nombre.
¿El color de tus labios es natural?
Me gustas.
¿Podemos vernos de nuevo esta noche?
La pasaremos bien con tu novio.

«Por Dios»

Esa mujer en verdad me aterraba. No tenía nada en contra de las mujeres lesbianas, pero el estar ahí a solas con ella, me parecía realmente terrorífico.

Luego de un par de horas más, otro oficial regresó y detrás de él...

—¡James! —grité su nombre, emocionada—. Dios, no sabes cuanto gusto me da verte.

El tarado comenzó a reír en cuanto me vio, y no una risa cualquiera, se tocó el estómago y se inclinó sin parar de carcajear. Yo tenía ganas de llorar, pero el idiota me contagio su humor y también comencé a reír.

Divertida, me apoyé en los barrotes y me dejé caer al piso mientras el oficial me abría la reja para salir.

Segundos después, sentí las manos de James en mi cuerpo para ayudarme a ponerme de pie. En cuanto lo miré, el llanto sustituyó mi risa y nos perdimos en un abrazo. De inmediato me sentí segura, como si el mundo se fuese a acabar al día siguiente y sólo en sus brazos fuese a sobrevivir.

—Shuss, shuss, shuss —susurró y besó mi cabeza—. ¿Estás bien? ¿Alguien te hizo daño? —negué con la cabeza.

—Sólo sácame de aquí —sollocé.

—Vamos.

Le dijimos adiós a la loca y en cuanto salimos de aquel lugar, abordamos la Jeep. En ella, James me tomó en brazos, colocándome en su regazo. En el transcurso del camino, me contó todo lo que había pasado para que termináramos detenidos, resulta que mi compañera de celda hablaba con la verdad, sí bebimos demasiado, destrozamos el lugar y en cuanto los oficiales llegaron, yo no dejaba de decirles que besaran mi trasero.

«Dios, qué vergüenza»

En fin, James dijo que tardó en llegar conmigo porque estaba dormido, y no fue hasta que despertó, que se dio cuenta de todo lo sucedido. Después de una llamada, pagó una generosa cantidad de dinero para dejarnos libres a los tres, y cuando digo a los 3, me refiero a nuestro chofer, quien también se embriagó con nosotros al punto de perderse.

Un latido más Donde viven las historias. Descúbrelo ahora