🧖🏻‍♀️Capítulo 15🤷‍♂️

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Habían pasado tres maravillosos días desde que James me había propuesto navegar en su yate. Ya habíamos visitado la Isla Changuu, donde nos tomamos muchas fotos divertidas con tortugas gigantes y demás, también conocimos el parque nacional de la bahía —Jozano Chwaka—, dónde el taradito me arrojó a un estanque y casi moría del susto.

Después, caminamos por mucho tiempo con una mujer que nos dio un recorrido por El Fuerte Viejo, esta vez, fui yo la que se puso creativa, ya que mientras observamos un pequeño espectáculo de hombres y mujeres, bailando, toqué a James por encima de sus pantalones, excitándolo al punto de quererme follar frente a todos, obviamente, no pasó, pero una vez que nuestros pies tocaron el yate, nos perdimos en el placer por un largo tiempo.

—¿Acaso montarás una galería de artes en Canadá? —un irritado James, preguntó.

—Cállate, James —le dije mientras le agradecía a la mujer del pequeño puesto—. ¿Sabes cuánta pobreza hay en este país? —le di la quinta bolsa con artesanías—. Hay que apoyar en lo que podamos.

—Por supuesto que lo sé, pero ya no cabe más en la Jeep y en mis manos tampoco —exageró.

—Pues ocuparé tu lugar con más artesanías y tú te irás caminando —le lancé un guiño.

—Sólo que todo lo que has comprado no te dará el placer que yo te doy —también me lanzó un guiño.

—Puedo soportar un día sin el placer de James Castelfranco —de nuevo le lancé un guiño y comencé a caminar.

—Ninguna mujer se puede resistir a mi encanto —me siguió.

—¿Escuchaste eso? —me detuve y lo miré curiosa—. Creo que fue un parloteo saliendo de tu boca en un idioma que no entiendo —sonrió.

—¿Sabes cuántas chicas morirían por estar ahora mismo conmigo?

—Demuéstralo —sonreí con travesura al extender mis brazos—. Mira a tu alrededor, hay un sin fin de chicas.

—¿Esto es un reto, Charlize? Porque me encantan los retos.

—Te doy... —miré mi reloj de muñeca—, tres minutos para que consigas el nombre y número de una chica.

—Comenzaba a aburrirme, Charlize —me entregó las bolsas de compras—. ¿Cómo me veo? —acomodó su camisa de lino.

—Como un depravado a punto de acechar a su presa.

Mentí. Estaba guapísimo como siempre.

—Eso es suficiente para mí —muy sonriente, mordió su labio—. ¿Puedo invitarla a nuestro yate? Podríamos pasar una buena noche...

—¡Por supuesto que no, taradito! —comenzó a reír—. Ya has perdido un minuto con tus estupideces, ve.

—Lo haré en tiempo récord —se giró y comenzó a observar a las chicas.

Había demasiadas turistas, además de mujeres musulmanas.

—La tengo, ahora vuelvo —comenzó a caminar.

No dejé de observarlo, tenía mucha curiosidad por saber los gustos de James, quisiera pensar que a la chica que había elegido era porque fue ella quien más había llamado su atención entre todas las que estaban ahí.

Se acercó a una chica alta y esbelta, su cabello era castaño, y sí, era muy bonita.

La chica le mostró una enorme sonrisa. De inmediato supe que el tarado de James obtendría lo que quisiera de ella. Llevaba mucha razón en sus palabras al decir que ninguna mujer se resistiría a sus encantos.

Un latido más Donde viven las historias. Descúbrelo ahora