—Que..., ¿qué haces aquí? —parecía que había visto un fantasma.—Usa es una pregunta tonta —intenté sonreír.
La verdad es que sólo estaba tratando de contener mis lágrimas. Sentía una enorme alegría de verlo de nuevo, pero también estaba triste por el motivo de este reencuentro.
—No debiste venir —se giró hacia la ventana—. Tú no debías verme así —añadió en susurro.
—¿Así cómo?
—Aquí —me miró molesto—. En un maldito hospital.
—James..., yo...
—Quiero que te vayas.
Ya no contuve mis lágrimas.
—Wanda me dijo que no quieres el desfibrilador —hablé con la mirada baja, ignorando su desprecio.
—¿Qué no me escuchaste, Charlize? Quiero que te vayas ahora. No te quiero aquí.
—No tienes por qué hablarme así —limpié mis lágrimas, pero continuaron cayendo más—. Sólo quiero ayudar.
—No necesito tu ayuda, tu lástima, así que llévatelas a otro lado.
—¿De qué hablas? Yo jamás he sentido lástima por ti y lo sabes...
—¡Qué te vayas, maldición! —su grito me hizo sobresaltar.
—¿Podrías controlarte? —supliqué—. No debes exaltarte.
—¡Entonces lárgate!
—¡No me iré! —también elevé la voz—. No hasta que...
—¡Maldición! —se acercó a mí y me tomó del brazo para sacarme de la habitación.
—James, por favor —sollocé mientras forcejeaba con él—. Por favor, suéltame. Este no eres tú.
—Te equivocas, tú no me conoces —espetó molesto—. ¡Vete!
Me tomó con más fuerza, pero me negaba a irme, así que lo único que se me ocurrió, fue tomarlo del rostro.
—Por favor, mírame, mírame —lo obligué a hacerlo—. Que soy yo, James, por favor.
—Charlize... —negó con la cabeza mientras que su mirada reflejaba dolor.
—Por favor —uní mi frente a la suya—. No me trates así.
Su agarre comenzó a ser más ligero, enseguida, cerró los ojos, suspiró y tragó pesadamente.
—No me hagas esto más difícil, Charlize —susurró.
—James... —también susurré.
Quería seguir suplicando, pero el tenerlo tan cerca, me volvía débil, lo había extrañado tanto que al tener sus labios a pocos centímetros de los míos, era casi como una tortura.
Sin más titubeo, lo besé. James de nuevo presionó su agarre, pero esa vez en mi cintura. No dudó en entregarse al beso, un beso tierno, pero con mucho deseo detrás de él.
—Perdóname —me tomó del rostro—. Mi intención nunca ha sido hacerte daño —me besó ligeramente antes de perdernos en un abrazo.
Yo no paraba de sollozar, pero ¿cómo podría? Había anhelado ese reencuentro a pesar de que no hubiese pasado tanto tiempo.
—Te he extrañado tanto, Charlize —sollocé con más fuerza ante su confesión.
—Y yo a ti —murmuré.
Nos mantuvimos así por un par de minutos hasta que nos distanciamos un poco y nuevamente, unimos nuestros labios en un beso casto.
—¿Qué rayos te hiciste en el cabello? —sonreí.
ESTÁS LEYENDO
Un latido más
Roman d'amourMi hermana me robó a mi prometido, eso era un hecho ... Que ¿cómo me sentí ante todo esto? Creí que lo había perdido todo, todo hasta que lo conocí a él ... el extrovertido chico-tanga-masturbador.