🧖🏻‍♀️Capítulo 3🤷‍♂️

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—Más o menos —respondió él, ladeando la cabeza.

—¿Cómo que más o menos? —retiré mi mano, ya que no habíamos dejado de estrecharla—. ¿Eres o no eres? —sonrió.

—¿Te parece si nos sentamos o de nuevo me dirás que no quieres entablar una conversación conmigo?

—De acuerdo —ambos tomamos asiento.

—Mi madre, yo, y el esposo de ella, nos hacemos cargo de la cadena hotelera.

—Entonces sí eres el dueño.

—Mi padre murió hace más de nueve años, así que mi madre y yo, mantuvimos el negocio a flote, unos años después, ella se volvió a casar y ahora él también se hace cargo de algunas cosas.

—Siento mucho lo de tu padre, debió ser muy difícil.

—Lo fue, era un hombre muy leal, pero mejor cambiemos de tema y dime que te trae por aquí.

—Una boda. ¿Y a ti? ¿Estás por negocios o vacaciones?

—Creo ambas, aunque podría ser más lo segundo.

—Su cena está lista —el camarero volvió.

Dejó ambos platillos sobre la mesa y por segunda vez me sorprendí. James, ... Dios, era tan raro decir su nombre después de llamarlo "chico-tanga-masturvador", en fin, James había ordenado el mismo platillo que yo.

—Esto es una broma, ¿cierto? —los tres, intercambiamos miradas—. Dime si eres algún tipo de acosador porque ni creas que soy idiota —James comenzó a reír.

El camarero se fue.

—¿Ahora por qué crees que soy un acosador? —preguntó divertido.

—¿Sabes? El hecho de que seas dueño del hotel, no te da derecho a violar la privacidad de los huéspedes..., dime desde hace cuanto me estás siguiendo.

—¿Siguiéndote?

—Hace unos días en Canadá, un tipo se acercó a mí, haciendo preguntas muy extrañas...

—Wow, wow, yo no...

—¡Espera, espera! —me puse de pie y lo señalé—. ¿Eres amigo de Francis? Porque si es así, dile que no le pagaré la pintura de su auto y que lo rayé porque es un tipo tan engreído como tú.

—De acuerdo, de acuerdo, de acuerdo —elevó sus palmas sin dejar de reír—. ¿Quién rayos es Francis?

—¿No lo conoces? —modéré mi tono.

—¿Y por qué iba a conocerlo?

—Porque estábamos en uno de tus hoteles en Los Ángeles —su risa aumentó.

—Yo..., no sé quién carajos es Francis, pero tengo que admitir que esta cena me esta resultando muy divertida —giré los ojos y volví a mi asiento—. La casualidad existe, si sabes ¿no?

—Tal vez —bebí de mi vino.

—No, no, literal, existe y sólo finges no saberlo para no parecer una loca con todo lo que me acabas de revelar.

—Como sea —resopló—. Dime que se siente ser el dueño de decenas de hoteles.

—Ah, ¿esta es una entrevista para tu periódico local?

—¿Qué? ¿Cómo sabes que trabajo para un periódico local?

—No es difícil deducirlo, bueno, contigo no es difícil deducir nada —fruncí el ceño.

—¿A qué te refieres con eso?

—A que, ya sé más de ti de lo que imaginas.

—Tú no sabes nada de mí —sonrió.

Un latido más Donde viven las historias. Descúbrelo ahora