—No es un buen momento, Stefan —continúe caminando.—Espera por favor —me tomó del brazo y tan sólo ese ligero contacto entre nosotros, me quemó la piel.
De inmediato me aleje de él.
—Dije que no es buen momento, Stefan.
—Charlize, sólo dame unos minutos, no te pido más.
Suspiré. No quería hablar con él, pero tampoco es cómo que tuviera algo mejor que hacer. Sólo tenía que pasar el tiempo hasta que pudiera sacar mis cosas de la suite y abandonar la isla para siempre.
—¿Y tú prometida?
—En su suite. En su despedida de soltera.
—Mhmm.
—Todos ya están muy ebrios en la mía —añadió.
—Bien, hablemos —sonrió—. Pero cómo comiences a fastidiarme, te mando al demonio.
—De acuerdo.
Caminamos un momento alrededor de las piscinas hasta encontrar un lugar tranquilo para conversar, ya que en diferentes puntos habían turistas, divirtiéndose.
—¿Te parece bien si mojamos nuestros pies? —preguntó al acércanos a otra piscina.
—Bien —ambos nos sentamos y metimos los pies al agua.
Hubo un momento de silencio...
—¿Cómo has estado?
—Bien.
—¿Qué tal te va en el periódico?
—Al grano, Stefan —lo miré.
—Te amo, Charlize —resoplé divertida.
—¿Y de casualidad no pensaste en eso mientras penetrabas a mi hermana?
—¿Quieres dejar de mencionar eso?
—¿Por qué? Me engañaste con mi hermana, esa es la verdad, ¿no?
—Lo es, y no hay ni un sólo día que no me arrepienta de ello.
—Serán padres, Stefan, ¿también te arrepientes de eso? —bajó la mirada.
—Ella me engañó...
—Ay, por favor...
—Ella dejó de tomarse las malditas pastillas.
—Eso a mí no me interesa, o ¿es que ahora me vas a decir todas las posiciones que ya probaste con ella?
—No. Lo siento. Sólo quiero que entiendas que nada de lo que ha pasado en estos últimos meses, ha sido lo que yo he querido.
—Pues claro que no, querías tirarte a ambas hermanas sin tener consecuencia alguna.
—No, Charlize, no es así —negó con la cabeza—. Yo en verdad, quería una vida contigo.
Fue mi turno de negar con la cabeza, además de girar los ojos.
—¿Sabes? Te creo, pero así cómo me querías a mí en tu vida, también la querías a ella —se quedó en silencio—. ¿Tú crees que no me daba cuenta de cómo la mirabas? Lo hacías siempre, Stefan, y yo fui una idiota por aferrarme a que eras un hombre y era "natural" que lo hicieras.
—Lo siento, Charlize.
—No, no, un "lo siento" no soluciona nada, un "lo siento" no detendrá tu boda y el nacimiento de tu hijo.
—Lo sé, lo sé, pero no quiero casarme, no con ella.
—¿Qué? —fruncí el ceño—. Eres un idiota.
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Un latido más
RomanceMi hermana me robó a mi prometido, eso era un hecho ... Que ¿cómo me sentí ante todo esto? Creí que lo había perdido todo, todo hasta que lo conocí a él ... el extrovertido chico-tanga-masturbador.