El corazón de Yamikumo palpitaba con un frenesí incontrolable, ¡Estaba con Kacchan! ¡Su Kacchan! O tal vez, debería empezar a llamarlo Gogo. Paulatinamente, los recuerdos se acomodaron en su cabeza. La forma en que había matado a Dabi fue satisfactoria, magnifica y dulce, ¡Qué dicha le envolvía el alma! Aún podía sentir el calor del arma demoníaca en los dedos, la calidez de la pistola se había extendido a lo largo y ancho de su brazo y había serpenteado sobre sus músculos. En aquel entonces, no hubo tiempo para celebrar, su muerte había sido instantánea.
— ¡Vamos a la biblioteca! — La voz de Gogo lo sacó del trance — Dime, ¿Recuerdas como nos conocimos en aquella biblioteca abandonada? — Yamikumo parpadeó, hurgó en el bosque de sus memorias y entonces sonrió, ¡Claro que lo recordaba!
— Lo recuerdo, recuerdo que lloré mucho. Me ahogué en lágrimas innecesarias ese día — Habló bajo, casi tan bajo que pareció un gruñido — Si mis deducciones no me fallan, Shigaraki jugaba con nosotros desde entonces.
— Ese día te perseguí — Gogo aferró aún más sus dedos a la mano de Yamikumo, como si temiera que fuese a esfumarse con la brisa helada.
— Lo sé — Ambos avanzaron a través de la marea de gente. Los transeúntes se movían veloces e indiferentes. Arriba, los nubarrones manchaban el firmamento, dejando máculas blancas alrededor del apagado sol — Cuando era Izuku, maté a alguien...
Gogo lo observó de soslayo — Cuando era Katsuki, maté a dos personas — Su voz tembló, era como si sus cuerdas vocales estuviesen temblando — Te maté a ti — Yamikumo detuvo su andar y le lanzó una mirada repleta de confusión — Usando el término correcto, maté a una de tus versiones. Sigamos, ya casi llegamos a la biblioteca — Bajo los escasos rayos solares, el camino parecía encogerse. De súbito, un aire pesado llegó sus fosas nasales, Gogo alzó la cabeza. A una lentitud casi dolorosa, el cielo se teñía de un grisáceo intenso — Va a llover.
— La brisa pesada está anunciando una tormenta — Yamikumo apretó la mano de Gogo — Apresurémonos, odio la lluvia.
Al cabo de unos segundos, divisaron la biblioteca. El edificio lucía antiguo, pero bien cuidado. Para Yamikumo, fue como estar viendo un imponente palacio de plata. Como si estuviese situado en el centro de un escenario vil y al mismo tiempo fantástico. Cuando entraron, Gogo se detuvo, arrugó la nariz y tiro de su acompañante. Lo guió hasta el lugar más alejado y le indicó que se sentase sobre el frío suelo.
— ¿Qué habrá sido de aquella biblioteca? — Preguntó curioso. Yamikumo se encogió de hombros. Jamás lo sabrían — Tu versión paralela era muy diferente a ti... — Murmuró — Tenía tu misma cara y tus bonitas expresiones. Sin embargo, era violento — Al invocar el recuerdo, el cuerpo de Gogo se estremeció. Aún podía ver las pupilas de ese Izuku apagarse y como su rostro navegaba en un océano de tristeza.
— ¿Y de dónde salió esta versión mía? — Al verlo temblar, Yamikumo frunció el ceño. En un intento por calmarlo se levantó y para sorpresa de Gogo, el chico se sentó sobre su regazo, una pierna a cada lado de su cadera. Sin pensarlo, lo abrazó. La encantadora y única esencia de Yamikumo le robó el sentido del olfato. Tan dulce, tan tierna y tan suya.
Gogo le contó acerca del Vanderbash, aquel juego macabro y cruel. Le habló de los otros dos mundos paralelos y lo más importante: la muerte del otro Kirishima, la del otro Izuku y de la suya. A medida que Gogo avanzaba en su relato, una rabia inmensa crecía en el corazón de Yamikumo, ¡Todo el sufrimiento por el que pasó Kacchan, había sido su culpa! Si tan solo no hubiera cortado el hilo, si tan solo le hubiera contado toda la verdad. Sin darse cuenta, Yamikumo empezó a llorar.
— Oye, calma. Ya pasó, ahora estoy aquí — Con un cuidado excepcional, limpió las lágrimas en el rostro de Yamikumo — Todo está bien, Izuku.
— Lo sé, ¡Estamos hablando de nuestras vidas pasadas! — Sonrió — Pero no puedo evitar sentir culpa... Kacchan, perdóname, debí hablarte del hilo — Yamikumo hundió su rostro en el cuello de Gogo. Gogo olía a hogar — Perdóname.
— No tengo nada que perdonar y ni se te ocurra pensar que fue tu culpa — Advirtió, su voz se alzó unos cuantos decibeles — Debemos disfrutar está vida, Deku. No llorar por los errores de una vida pasada, ¡Estamos juntos! Y estoy seguro de que estaremos juntos por mucho, mucho tiempo.
Yamikumo sonrió, Gogo tenía razón — Espero reencontrarme contigo en cada una de mis vidas — Ambos sonrieron, estar juntos en otra vida ya era un regalo de los dioses.
— Es tu turno, háblame de ese rey del cielo y de la persona que mataste — Yamikumo suspiró. Le contó acerca de Yagi, le narró con detalles la satisfacción de matar a Dabi y el cómo vivió en un infierno.
— Y papá cumplió, me buscó y buscó también de Denki. Aunque ahora es un niño de cinco años, ¿Y qué crees? Kirishima también — Gogo soltó una carcajada, ¿Quién lo diría? Todos estaban juntos en esta vida también — Kacchan, te amo mucho, muchísimo, no tienes idea de cuanto...
— Lo sé y yo a ti, soy capaz de mucho por ti, cariño... — Al escuchar el apodo, Yamikumo lo besó. Fue un beso dulce e inesperado, al separarse Gogo volvió a abrazar a su acompañante — Espero reencontrarme contigo en la otra vida y en la que sigue.
— Así será, estoy seguro de ello — De súbito, Yamikumo se percató de que había olvidado algo — ¡Bunny! — Gogo parpadeó y lo comprendió.
— ¡Murder! — Ambos se levantaron con rapidez, ¡Habían olvidado a sus inteligencias artificiales en la calle! — Por cierto, soy Gogo, mucho gusto — Le extendió una mano.
— Soy Yamikumo, un gusto... — Entrelazaron sus dedos y buscaron la salida, ¡Nada podría separarlos! Corrieron bajo las lágrimas de las nubes, sonriendo y por primera vez en mucho tiempo, siendo felices.
Había habido sufrimiento, angustia y mucho dolor, pero aquí estaban, avanzando juntos. Les quedaban muchas vidas por venir y era un hecho, en cada una de ellas estarían juntos.
Bueno, es el final. En verdad amé escribir esta historia. Prácticamente es uno de mis mejores historias. Tiene desperfectos si, pero para mí valió la pena.
Gracias por leer.
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Hilo rojo | KatsuDeku |
FanficMidoriya Izuku y Kaminari Denki son capaces de ver el hilo rojo del destino. Si el hilo es negro, significa que tu destinado está enamorado de alguien más y si cortas tu hilo, tus sentimientos y alegría se esfuman. Solo queda un cascarón vacío y un...