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Su mirada desde que los había encontrado posaba en el chico herido que tenía miedo de hasta mirarlo a los ojos por más de diez segundos, era bonito muy bonito y tierno según su parecer, era como una flor marchita que deseaba ver como volvía a la vida.

Su amigo pasaba pegado a él como chicle protegiéndolo y haciéndolo reír en cada que podía, la vida por alguna razón se los puso enfrente suyo — Sungchan ¿Quiénes son ellos? — suspiro pesado dejando de ver a los dos chicos que estaban en el jardín debajo de su árbol favorito que dejaba que delgados rayos de sol se filtraron por los pequeños espacios entre sus hojas.

— Invitados — respondió sin más.

— ¿Por qué en ese estado? — la preocupación estaba en el rostro de su prometido.

— No lo se — y aunque su respuesta fuese como si quisiese ocultar los verdaderos hechos era una total honesta pues ni el moreno ni el chico pálido había querido hablar mucho de ello.

Dejando que su prometido se retirase volvió a posar su vista en las dos personas que ahora cuidaría, tal vez y sólo tal vez le haya nacido quererla tener cerca de su ser tan asfixiado de monotonía...






Yangyang no dejaba de ver a Sungchan quien parecía estar más que sumergido en sus pensamientos o recuerdos, hace un par de días se había ido sin decirle a dónde y había regresado más que estresado con la mirada oscurecida y las emociones e instintos a punta de flor, estaba más callado y se sumergía en su mundo en cualquier instante creando una barrera que lo aislaba por completo.

Dejando caer su cabeza sobre el respaldo del sofá estiró sus brazos creando una cobertura casi completo de todo el mueble — Yangyang — habló después de minutos donde su cerebro había decidido relajar todo su cuerpo para hacerlo descansar — Él no está muerto — informó mirándolo a los ojos.

Sus ojos se abrieron a más no poder estaba impactado, sorprendido, estupefacto, horrorizado y temeroso no por su vida sino por la del chico bonito ahora desconocido para él.

— ¿Estas seguro? — pregunto sentándose bien tapando su boca ahora con la mirada perdida.

— Es una lástima pero si, yo mismo lo confirme — dijo recostando su espalda en la silla.

— Que jodida — Yangyang no sabía que decir, él mismo podía aplicar esa frase de que el ratón le había comido la lengua.

Sungchan aunque hubiese querido mantener el secreto durante toda la vida no podía dejarlo pasar su compañero de trabajo debía saber la verdad porque no se trataba de un amigo cualquiera mucho menos de un socio sino de algo muchísimo más especial tanto para el menor como para él.

— ¿Qué podemos hacer? — pregunto jalando sus cabellos con fuerza ante los recuerdos que ahora se hacían presentes.

— Debemos hablar con los Min, el decirle a Mark o Donghyuck solo afectaría sus estados y más tomando en cuenta la situación del girasol — Yangyang asintió lento.

Las cosas habían estado marchando bien cada uno había hecho su vida de formas diferentes tomando decisiones diferentes — Estará bien por el momento debemos seguir con los planes con Jung y Min, nosotros nos podemos concentrar en lo de ese imbécil — dijo suspirando al saber y tener que enfrentar las consecuencias de una haberlo dejado vivo y dos que ahora dejaría de ser un neutro y forzosamente tendría que quedarse en la oscuridad por un tiempo hasta que pudiese cambiar de identidad.

— Espero que tengas razón — susurró comenzando a rezarle a Satán para que nada malo le pasase a su mejor amigo....



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De mi propiedad - MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora