Final.

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Fronteras, puertos, propiedades y hasta mercancía habían retornadas a sus dueños originales.

La tierra se manchó de sangre ajena a problemas de los cabecillas. Hombre, mujeres y hasta niños habían dejado la vida al seguir órdenes de Wong y Lee.

El país y Corea lo agradecía, una plaga había sido exterminada y con ello los pocos integrantes de las familias que una vez estuvieron bajo su poder eran libres pues Mark al "asesinar a Wong" había heredado aquellas familias bajo el poder de este, cosa que no le interesó, pero aun así se le hizo conocer que estarían para apoyarlo en lo que pidiese y desease en cualquier momento.

Pero lo que Mark quería nadie se lo podía dar, nada que fuese carnal...

El bajo mundo estuvo de luto no sólo por los caídos en batalla sino también por la caída de un moreno que había conquistado más de un corazón.

Habían pasado dos semanas casi un mes desde que encontró a su hermoso castaño en aquella horrible casa.

Recuerda como si fuese ayer cuando lo encontró tirado en piso sobre un charco de sangre, con la piel pálida y los ojos hundidos, con la ropa llena de sangre y los brazos lastimados, su corazón se estrujo y quiso llorar, quiso quebrarse en ese instante y gritar en llanto pues creyó que por lo que lucho el maldito de Wong se lo había arrebatado. Pero el milagro de sentir una muy ligera y frágil respiración hizo tomarlo en brazos y salir corriendo en busca de ayuda.

El milagro de tenerlo con vida en sus brazos fue concedido y ahora esperaba un segundo, el que su prometido despertará de que sueño profundo en el que había caído.

Sentado en una de las pocas sillas que había en la habitación y de la única que estaba al lado de la ventana.

Otra vez...

Otra vez miraba el atardecer desde la maldita y jodida ventana del hospital, rezando en silencio y de rodillas en casa para que su pedacito de cielo, vida y corazón despertara.

Miró la hora 6:12 pm tenía que volver, tenía que volver con sus hermosos hijos que su castaño le había dado.

Él estaba consciente de todo lo que pasó, el tal Jungwoo se lo contó. El chico no tuvo pelos en la lengua para relatar detalladamente todo lo que escucho y vio. Él sabía todo lo que Wong le había hecho a su pareja y en cada que lo recordaba su sangre hervía y las ganas de tener y torturar al chino eran grandes.

El chico de descendencia coreana ahora residía en su hogar, cuidaba de sus pequeños monstruos mientras él iba cada día al hospital con esa esperanza que aún no se extinguía.

Las calles eran oscuras, sin vida alguna o así las miraba él.

Había cortado lazos con sus ahora antiguos socios, ya no había comunicación y tampoco había arrepentimiento pues si no fuese por ellos su bebé estuviese en casa esperando su regreso con sus hijos y una gran sonrisa en el rostro.

Relamió sus labios sintiendo como las lágrimas volvían a invadir de forma no voluntaria sus ojos, quería llorar, cada noche lo hacía en secreto, en el profundo silencio de la oscuridad de su habitación.

Se lamentaba, cada jodida noche se lamentaba por haber llegado tarde, por no haber hecho algo más, por no haberlo visto venir antes y haber evitado tal tragedia.

Wong le arrebato muchos momentos importantes, preciados y planeados, pero sobre todo casi le arrebata a la mitad de su alma.

Cuando estacionó el auto, suspiro pesado y lento, trató de tranquilizarse y salió del auto, camino a pasos apresurados para ver y pasar tiempo con sus hijos que por cierto se parecían a él, con esos ojos azules y esa tez blanca, los labios de ambos eran gruesos como los de su moreno al igual que las pestañas y mejillas, la única diferencia era que su hijo tenía el cabello castaño.

De mi propiedad - MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora