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Cuando por las noticias se anunció una gran explosión en uno de los almacenes de los Osaki, Yangyang supo que esta vez Sungchan había perdido algo más que un duelo.

Sintiendo un nudo en su garganta y un hueco en su estómago, con mano temblorosa tomo y apago la TV que ahora era molestia para sus oídos, camino a pasos desorientados tirándose en el único maldito sofá que existía en la habitación — Eres un maldito desgraciado Jung — expresó dejando que las horribles y saladas lágrimas inundaran sus ojos y se deslizaran por sus mejillas esperando que el dolor tan jodidamente que estaba quemando todo su ser al menos disminuyera.

Quería odiarlo por haberle prometido regresar, por decirle que lo amaba y que, aunque ambos amarán a otro podían darse la oportunidad de vivir una vida juntos como buenos compañeros.

— Tantos planes....tanto deseos.... — susurró llorando más alto importándole muy poco que alguien lo escuchara, necesitaba desahogarse con urgencia, dejar de sentir su pecho oprimido, las ganas de morirse en ese instante. Era Jung ciervo, él que le salvo la vida, el que le dio un lugar en este asqueroso mundo, él que lo quiso y amo de una forma peculiar pero muy especial. 

Mark por su parte a pesar de escuchar el llanto desgarrador y lleno de dolor de Liu, lo omitió y se siguió duchando dejando que la sangre impregnada en su cuerpo se deslizará, por su cabeza al volver a la realidad que lo rodeaba pensó por un momento en consolar al amigo de su prometido, pero si era sincero no le nacía, sería pura hipocresía y energía que no deseaba mal gastar en un imbécil que no le dijo lo que sucedía.

— Con uno menos aún no basta — susurró mirando su rostro en el espejo notando como sus ojos seguían oscuros deseosos de aún más sufrimiento por parte de esos malditos que trabajan para Wong.

Desde aquella llamada la información fue repartida, los movimientos se cambiaron dejando una taza de existo más alta de la que creían.

Con lo que no contaban era el extenso terreno en la que se encontraban y donde se encontraba su hermoso y pequeño moreno, al recordarlo sonriente sentado en el sofá con una gran sonrisa hablándole a sus pequeños con emoción y alegría sus ojos quisieron llenarse de lágrimas ante la opresión tan maldita que sufría su pecho por la ausencia de su pequeña bolita de amor y luz.

El tiempo estimado para tenerlo en sus brazos se había alargado y no porque quisiera sino porque hubo una baja en sus hombres ante un ataque que sufrieron por parte de los Lee.

Respiro profundo secando su cabello y cuerpo para cambiarse rápidamente y salir de la habitación para reunirse con Hendery y los demás.

Por su mente solo pasaba el que sus monstruos ya habían nacido y no había presenciado ese momento tan importante y especial, nada había sido como su moreno y él habían planeado.

En la reunión solo podía ver de vez en cuando los labios de Min, Quián y Huang se movían, no tenía ni puta idea de que hablaban y tampoco tenía ganas de saberlo porque era aparte del rescate de su morenito bonito y hermoso que tanto extrañaba y deseaba tener en brazos apachurrándolo hasta ser mordido por falta de aire.

Si el Minhyung de hace 4 años lo mirase se reiría de él por ser como es ahora, se reiría a carcajadas al contarle que tenía un novio que ahora prometido y que tenía dos pequeños que esperaba que se parecieran él.

"Soy padre" jadeo hacia adentro llenando sus pulmones de aire.

— ¿Sucede algo? — preguntó Min sacándolo de su mundo.

— ¿No te parece bien el plan? — pregunto Hendery mirándolo expectante.

— No sucede nada — respondió lo más serio y frío que podía.

De mi propiedad - MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora