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Creditos a quien le corresponda.
El miércoles ya había llegado, pronto debías ir a casa de Akkun pero antes... Debías aclarar tu relación con Mitsuya y si era posiblemente también terminarlo, estuvo mal lo que hiciste y no dejabas de pensar en ello, tanto así que tu mente te hacía la vida miserable y como quien dice "Tú mismo eres tu peor enemigo"
Saliste de la universidad y pensabas seriamente en como cortar a Mitsuya antes de que él lo hiciera contigo, hacía algo de frío y solo llevabas un ligero suéter que no te cubría en lo absoluto. Tus dedos comenzaron a ponerse fríos y fue cuando decidiste entrar a un local donde vendían café.
- ordenaré algo y me iré. - caminaste hasta sentarte cercas de una silla y fue entonces cuando viste a Mitsuya hablando con otra chica. - Uh?
Te acercaste sin verte sospechosa, tampoco querías que el contrario te viera solo te interesaba saber que estaba haciendo. Al parecer tenían una conversación muy amistosa, Mitsuya le entrego unas rosas a la chica de cabellos color castaños para después hacer entrega de una carta y despedirse.
- Mitsuya... - aquello comenzó a preocuparte ¿Cómo por qué él estaba dándole rosas a otras mujeres? No es como si fuera su madre o sus hermanas ¿Por qué lo hacía? - Ya veo... Así que tú sentiste esto. - colocaste tu mano encima de tu corazón y apretaste tu suéter ligeramente.
- Señorita, ¿Gusta ordenar algo? - la felina que viste hace unos momentos, se acercó a ti, frunciste el seño molesta y saliste del lugar.
- Eres un imbécil, Mitsuya Idiota! ¿Cómo pude hacerme eso? pero - te detuviste. - ¿Como puedo quejarme? Soy peor que él, no, él no debería ser comparado conmigo en primer lugar. Mitsuya es asombroso y gentil...- caminaste debajo de aquel clima que por ser tan helado comenzó a congelarte. - Debería volver a casa pron-
- ¿Estás bien? - Mitsuya apareció detrás de ti mientras que te rodeaba con sus brazos por la cintura y su chaqueta medio abierta comenzó a cubrirte generando algo de calor.
- ¿Eh? ¿Mitsuya? ¿Cuánto tiempo llevas aquí? - tu cuerpo se tenso pero al instante también se relajo por el calor qué te brindaba.
- No mucho, hace frío deberías arroparte mejor o te vas a resfriar. - bajo su barbilla hasta tu hombro.
- Estoy bien no te preocupes. - tocaste sus brazos con la yema de tus deseos.
- Están heladas... - dejo de abrazarte y sin moverse de su lugar sujeto de tus manos - Que lindas manos, encajan perfectamente con las mías. - entrelazó su dedos y beso tu cuello dejando una leve mordida, era la primera vez que hacia aquel movimiento con su boca.