𝒮𝒶𝓃𝓏𝓊 𝐻𝒶𝓇𝓊𝒸𝒽𝒾𝓎𝑜

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Los personajes son mayores de edad.

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El bullicio de la ciudad se filtraba a través de las paredes del club nocturno, un lugar donde los secretos y las pasiones se encontraban bajo las luces de neón. La música pulsaba como el latido de un corazón, haciendo vibrar el aire cargado de emoción y peligro.

Sanzu Haruchiyo, con su cabello rosado y su enigmática sonrisa, estaba sentado en un rincón oscuro, observando el ir y venir de las personas. Su mente estaba siempre trabajando, siempre planeando, siempre buscando la próxima emoción. Había algo en la noche que le daba vida, algo en la oscuridad que reflejaba su propia alma.

Tú, una joven intrépida con una mirada que podía atravesar el alma, entró en el club con una misión. Había escuchado rumores sobre Sanzu, sobre su peligroso encanto y su habilidad para hacer que todo a su alrededor pareciera un juego. Pero no eras alguien que se asustara fácilmente. Eres valiente, decidida y, lo más importante, buscabas algo más en la vida que la monotonía cotidiana.

La mirada de Sanzu se encontró con la tuya desde el otro lado de la habitación. Una chispa se encendió entre ustedes, una conexión inmediata e inexplicable. Sanzu sonrió, un gesto que era tanto una invitación como una advertencia. Y tú aceptaste el desafío y te acercaste a la barra, donde Sanzu la esperaba.

— ¿Qué te trae por aquí?— preguntó Sanzu, su voz suave pero llena de curiosidad.

— Buscaba algo emocionante, ya sabes... —  respondiste, con tu mirada firme y desafiante. — Y creo que lo he encontrado.

Sanzu se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando con interés.

—¿Sabes en lo que te estás metiendo?

Sonreiste , un gesto que reflejaba tanto valentía como curiosidad.

—Creo que sí.

La conversación continuó, cada palabra una prueba, cada mirada una promesa. Sanzu, intrigado por la audacia que tenías, decidió llevar el juego un poco más lejos. Con un gesto sutil, tomó tu mano y la guió a través del club, hacia una salida trasera que daba a un callejón oscuro.

La noche era fresca y silenciosa, una pausa en el caos del club. Sanzu se detuvo, mirandote con una intensidad que hacía que su corazón latiera con fuerza.

— ¿Estás segura de esto?, no te podrás arrepentir después. —  preguntó Sanzu, su voz ahora más seria, casi sombría.

— Más que nunca. — respondiste, sin dudar, decidida a cualquier riesgo que debas enfrentar.

Sanzu sonrió, un destello de sus dientes blancos en la oscuridad.

— Entonces sígueme, preciosa.

Caminaron por las calles desiertas, alejándose del ruido y las luces. Sanzu te llevó a un edificio abandonado, un lugar que parecía un reflejo de su propia alma: lleno de sombras y secretos. Subieron las escaleras oxidadas hasta llegar a una azotea, desde donde se veía toda la ciudad. Las luces parpadeantes se extendían hasta donde alcanzaba la vista, un mar de posibilidades y peligros.

𝐎𝐧𝐞-𝐒𝐡𝐨𝐭 𝐝𝐞 𝐓𝐨𝐤𝐲𝐨 𝐑𝐞𝐯𝐞𝐧𝐠𝐞𝐫𝐬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora