Cap. 1

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1. Voces y presencias

Harry Potter odia el sol.

Ese es un hecho bien conocido por todos. En el pequeño (más pequeño de lo normal) niño de 10 años el sol parece traer una reacción alérgica.

Tal vez sus tíos, en su intención maliciosa, lo habrían hecho hacer todo bajo los insufribles rayos solares si no fuera por el hecho de que entorpece su trabajo doméstico por sobremanera.

Claro, eso no evita que lo saquen algunas veces a patadas de la casa a medio día cuando se sienten particularmente molestos con su presencia.

Verán, la vida de Harry Potter no es la mejor de todas. No es como los otros niños y de eso se dió cuenta hace mucho tiempo. Mientras que los otros niños se divertían y eran amados, Harry era el encargado de la mayoría de las tareas del hogar. Y por supuesto, era una paria en la casa de sus tíos.

Intentó durante largas noches encontrar el porqué del odio dirigido hacia su persona, y llegó a una sola conclusión. Sus familiares son extraños.

Ya no era solo él, sino el resto de los habitantes de esa casa, quienes no encajaban en la palabra "normalidad". Y bueno, Harry se compadecía de esas pobres almas en desgracia. Porque Harry creía en el karma. Tal vez fue por esa vez que cuando su primo, Dudley Dursley, estaba jugando su juego favorito (Harry-Hunting), y una gran caja de herramientas que salió prácticamente de la nada y se estrelló contra él que comenzó a creer. O tal vez fue cuando su tío, apunto de golpearlo por quemar el desayuno esa mañana, misteriosamente cayó desmayado por la subida de su presión arterial. En el hospital se dijo que tenía diabetes crónica y el colesterol alto. Desde entonces Harry AMA el preparar comidas insulsas y faltas de varios condimentos, solo para ver cómo su tío se retuerce al no poder comer otra cosa que eso.

Claro, Harry fue castigado por estos hechos muy severamente. Pero en su mente definitivamente lo vale.

Hay cierta dulzura en molestar a estas personas, que no son más que un cáncer en la vida de Harry, que lo tiene muy tentado. Después de todo, siempre fue muy trabajador. Y pondrá todos sus esfuerzos en molestar a esta gente que busca, muy seguramente, su muerte prematura. No es que les vaya a dar el gusto. Porque el viviría, y todo a costa de los que quieran lastimarlo.

Porque Harry siempre fue más rápido que los demás niños, más fuerte a pesar de su pequeña estatura y falta de músculos, más inteligente. Solo era más que otros, así de sencillo. Aunque lo esconde la mayoría de las veces. Después de todo, no quiere dar a mostrar sus habilidades antes de poder usarlas para librarse de los Dursley. Si supieran que el es más inteligente de lo que creen que es, podrían molerlo a golpes por creer que hace trampa. Porque Harry sueña, sueña mucho en conseguir una mejor vida, lejos del dolor, del odio, lejos de todo lo que lo lastima.

Harry puede, y lo hará. Porque el escucha los susurros a su alrededor, llenos de un amor tan embriagador que puede olvidar por instantes los vestigios de su desgraciada vida. Es que hay una cosa que aún no saben de Harry. Y es que el nunca está solo en realidad.

Lo aprendió a los 5 años, en la oscuridad de su armario, mientras gimoteaba por la paliza que le dio su tío por razones ya olvidadas en su memoria. Ahí estuvo esa voz. Llena de vida y amor, amor por él. Era tan dulce que olvidó su dolor solo para poder escuchar mejor la voz. Usaba un lenguaje que el no entendía, sonaba antiguo y poderoso, parecía que podría resonar entre las paredes y mover el mundo desde sus cimientos si así lo quisiera, pero era solo un susurro. Le envío electricidad a su pequeño cuerpo, dándole energía, dándole paz. Sonaba, podía suponer, al arrullo de una mujer.

Aún sin poder entenderlo, Harry se permitió ser amado por esa voz, porque se sentía bien. Se sentía correcto. Como si una parte de él que no conocía, por fin encajara en su lugar.

Cuando esa voz llega, Harry siente que algo se vá. Porque no es sólo esa voz la que lo acompaña al pequeño niño de cabello desordenado, sino que hay otra cosa, una presencia. Una presencia maligna que se sienta silenciosa en el fondo de su mente, únicamente observándolo. Aguardando a algo.

Eso lo aprendió el día siguiente de la llegada de la dulce voz, cuando ya su mente estaba clara y salió de su armario. Trato de concentrarse, de buscar esa voz. Lo intento durante sus tareas, lo intentó cuando escapaba de su primo, lo intentó cuando se sentó de nuevo solo en la oscuridad de su armario. Intentó despejar su mente, limpiarla de todo pensamiento para enfocarse únicamente en algo que no puede ver. Y ahí lo encontró.

Y sintió dolor, sintió el odio, recorrer sus venas, sus músculos y arterias. Era pegajoso, era espeso y muy pesado. Como si fuera alquitrán.

Harry se congeló, porque se sentía morir.

Se quedó sentado, con el corazón en la mano, a merced de esta presencia. Porque ya su cuerpo no le pertenecía. Sus pensamientos ya no eran suyos. Su alma era ahora de otro.

Y Harry no se movió, se quedó mirando a la nada, tratando de enfocarse en algo, cualquier cosa, que pudiera desenfocarlo y distraerse para no pensar más. Pero no pudo. No hasta que sus fuerzas lo comenzaban a abandonar. Porque fue ahí cuando llegó.

Era la voz, pero a la vez no lo era. Porque ya no susurraba, ahora eran gritos que amenazaban con derrumbar la casa entera con un poderoso estruendo. Venía enfurecida y aterrorizada. Venia para salvarlo. Y Harry lloró, porque en la oscuridad de su armario se abrió una batalla intensa, una batalla que el no podía ver, pero si sentir. Y así fue durante horas sin descanso, cuando por fin llegó la mañana y la presencia se retiró a descansar y, como una sanguijuela, reponer fuerzas a costa de las de Harry.

Y Harry no se movió, porque la voz llegó y ahora podía descansar. Y soñó con el color verde y flores. Soñó con unos ojos que lo miraban, que lo amaban, soñó con un rayo que le quitó todo, que lo dejó desnudo e indefenso. Soñó con un campo de lirios. Se sintió perturbado, pero en paz, luego de ese sueño.

Y paso todo el día en su armario, porque sus tíos olvidaron donde se encontraba la puerta del armario, y la pasaron buscando durante un par de horas antes de rendirse. Lo cual es tonto, porque estaba justo frente sus narices.

"Debió de haber sido magia" Harry pensó al final del día, cuando salió a comer un poco e ir al baño, cuando se aseguró de que todos los habitantes de la casa ya estuvieran dormidos.

Pero la presencia nunca se fue, no del todo.

Harry siguió practicando vaciar su mente, ya no buscando algo, sino queriendo esconder algo.

Aprendió que la dulce voz no se buscaba, porque llegaba sola cuando los malos ratos llegaban. Así que desistió de encontrarla, y mejor se enfocó en mantener alejada a la presencia maligna.

Y siguió así por años, hasta que llegó una extraña carta dirigida a su persona con direcciones específicas en color verde.

Krypto-MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora