Harry Potter esta teniendo un horrible día.
Enterarse que su padre no es realmente James Potter lo dejó muy confundido.
Enterarse que dentro de él está un pedazo del alma de la persona que mato a sus padres lo dejo asqueado.
Harry pensó que al ser u...
Harry Potter tenía grandes expectativas con la escuela de magia denominada Hogwarts... Pero jamás imaginó que odiaría tener que pasar por los hermosos pasillos del castillo.
Los estudiantes que pasaban lo miraban de una forma que detestaba, llenos de admiración y celos. Susurros venían de un lado a otro y varios incluso han llegado a saludarlo efusivamente.
¿Cómo no estarían en ese estado? Se acercaba Halloween después de todo.
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Había magia en el aire. Y la emoción de los niños por la emocionante fiesta de Halloween qué se celebraría en el gran comedor los tenia anciosos.
Pero Ron Weasley no estaba emocionado. O bueno, ya no.
Se había despertado con la felicidad grabada en sus pequeños huesos. Incluso si era su primera vez en Hogwarts, podía jurar que sentía el sabor del festín en la boca.
Desde la caída del señor tenebroso, en el mundo mágico, siempre se celebró Halloween a lo grande. Incluso la familia Weasley lo celebraba con grandes cantidades de comida y juegos. Estaban vivos y celebrarlo era importante.
Ron prometió que esa noche se iba a descontrolar. Sin padres, hoy era el día en que podía comer todo lo que quisiera sin que nadie le dijera nada. Comería hasta vomitar.
Con una enorme sonrisa, volteó a ver a su mejor amigo, solo para encontrar unos ojos muertos qué observaban por la habitación sin ánimo de nada.
Harry parecía un pequeño muñeco al qué le cortaron las cuerdas y solo se movía con las ráfagas del viento qué pasaban por la ventana abierta.
-oh... - pensó con tristeza-, es ese día.
Lo había olvidado. No solo era el día de la caída del señor tenebroso.
Tambien era el día en que Harry perdió a sus padres.
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La mente de Harry era un lío.
Hace mucho que había entendido que Lily y James murieron, y ya no le afectaba cuando veía por las calles a los niños agarrados de las manos de sus padres. Ya había hecho las paces con esa parte de su pasado.
