Capítulo 6

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Narra Stiles

Tamboreaba mi lápiz insistentemente en la hoja de mi cuaderno, prestando poca atención a lo que la maestra del taller de lectura estaba diciendo.

Estaba ansioso. Movía mi pierna izquierda con rapidez.

El timbre sonó finalmente, y como era de esperarse, varios alumnos salieron a pasos apresurados del aula. Me levanté inmediatamente y me di media vuelta hacia el asiento de Derek, que tenía una mirada despreocupada.

—Derek.

—¿Y ahora qué quieres?

—¿Ya te habían dicho que tienes un carácter de lo lindo? —solté con sarcasmo, recibiendo un gruñido de su parte—... ¿ahora si podemos reunirnos hoy para hacer el trabajo?

—No puedo. Tengo cosas que hacer —volvió a repetir la misma frase de ayer. Para después levantarse de su asiento y colocar su mochila en su hombro derecho, caminando hacia la salida.

—¿Esas cosas son llegar completamente alcoholizado a tu casa y coger con tu novia? Porque puedes invertir tu tiempo en algo mejor —le reclamé. Se detuvo abruptamente y se dió media vuelta hacia mi.

—¿Y tú cómo sabes eso? —me paralicé. Qué idiota. Si le digo como lo sé creerá que soy un maldito acosador.

Tampoco podía decirle que vivía cerca de su casa. Lo más seguro es que fuera esta misma noche y me sacara los dientes de un golpe.

Piensa en algo rápido, pendejo

Ehhh... —tartamudeé—Isaac me dijo.

Cerré los ojos esperando lo peor.

—Ese maldito chismoso —refunfuñó frunciendo el ceño—. Como sea, no puedo.

—¿No puedes o no quieres? —fruncí el ceño de igual manera.

—Ambas cosas —sonrió como sorna.

—¡Ya te dije que vamos a reprobar por tu culpa!

—Cuida tu tono de voz —se acercó a mi de forma amenazante—Podemos hacerlo un día antes.

—¿Estás loco? —ironicé—, tenemos que hacer una investigación y un reporte completo, ¡no podremos acabarlo un día antes!

—Pues avanza con lo que puedas y nos repartimos el trabajo.

—Claro, gozarás de una buena calificación sin hacer nada.

Se acercó a mi y jaló el cuello de mi camisa con brusquedad, acercándome peligrosamente a su rostro.

—¿Me estás diciendo inútil?

—Pues si el saco te queda... —sonreí con mofa.

Me empotró hacia la pared más cercana. El estruendoso golpe hizo que mi espalda crujiera, solté un quejido de dolor y volvió a acercar su rostro hacia mi.

Giré hacia todos lados nervioso. No había nadie más, ya todos habían salido.

Oh vamos, debía de ser una jodida broma.

—¿Te crees muy gracioso, imbécil? —gruñó.

—Hacer reír a la gente es mi especialidad —solté con algo de dificultad, recuperándome del golpe anterior—, pero parece que no funciona en burros.

El hilo rojo del destino //Sterek//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora