Narra Stiles
Observé mi recámara vacía por última vez.
El color azul en el repellado de las paredes, el piso de madera barnizada, y el techo de color blanco.
El dejar el espacio no era lo que que me causaba nostalgia, si no los recuerdos que habían aquí. Todas las veces que tenía pesadillas, empezaba a gritar y mi madre venía a mi auxilio. Ayudándome a tranquilizarme y cantándome una bella canción de cuna mientras me decía que todo iba a estar bien.
Las tardes de juegos, historias y canciones. Se iban a quedar aquí y en el abismo de mis pensamientos.
Sonreí apretando los labios y me giré hasta tomar el picaporte de la puerta, observé todo por última vez y suspiré. Cerré la puerta tras de mi y me dirigí hacia las escaleras, sin mirar atrás.
Bajé las mismas y salí de la casa. Subí al auto en el asiento del copiloto y resoplé. Mi padre se aseguró de ponerle seguro a la casa y se subió al coche del mismo modo.
— ¿Estás listo?— me preguntó mi papá con una sonrisa mientras ambos nos colocábamos el cinturón de seguridad.
— Claro— sonreí nervioso. Estaba emocionado. Era la primera vez que nos mudaríamos a otro lugar, uno completamente nuevo y diferente a lo que estaba acostumbrado.
Toda mi vida había estado en Beacon Hills, era lo único que conocía. Y la verdad, esperaba poder adaptarme rápido al estilo de vida de la gran ciudad. Nunca me ha costado socializar, he sido muy hiperactivo toda mi vida. Que me gustara pasar tiempo conmigo mismo y que no me importara si me excluían de algún lado era una cosa muy diferente.
En fin, saqué mis audífonos y los coloqué en la entrada de mi celular. Empecé a explorar mi playlist de música y la reproduje en aleatorio.
[...]
El camino a la gran ciudad fue largo, más no aburrido, me encantaba observar el paisaje y perderme en mis pensamientos.
Poco a poco empezamos a divisar los letreros que nos avisaban que faltaba poco para llegar a Nueva York. Y al fin, habíamos llegado.
Empecé a observar los grandes edificios y las calles llenas de autos que iban a a toda velocidad por la autopista.
Sonaba "Everybody Wants to Rule the World" de Tears for Fears en mi audífonos, provocando que sintiera emoción al ver todo aquello. Me sentía como un niño pequeño.
Pasamos por las grandes calles ya dentro de la ciudad. Me asomé por la ventana a observar los grandes edificios y rascacielos.
La gente iba de un lado a otro, habían personas con maletines en sus manos y trajes elegantes, atendiendo alguna llamada o llevando un café en sus manos.
El ritmo de vida era muy acelerado a decir verdad.
Miré de reojo a mi padre y éste me miraba con una sonrisa, le devolví el gesto y mi vista regresó a la ventana.
Seguimos un largo camino de una media hora aproximadamente, hasta que al fin llegamos a una colonia tranquila. Tenía árboles frondosos y grandes que adornaban la vista y generaban sombra en los jardines principales, en dónde habían niños jugando con sus bicicletas o con sus mascotas.
— Llegamos— me avisó mi padre. El camión de mudanza ya se encontraba estacionado enfrente de la casa. Me quité los audífonos y bajé del auto.
Miré la casa con asombro. Era muy bonita y un poco más grande que la anterior.
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El hilo rojo del destino //Sterek//
RandomUn hilo invisible al ojo humano conecta a aquellos seres que están destinados a encontrarse, a pesar del tiempo, del lugar, a pesar de las circunstancias. El hilo puede tensarse o enredarse, pero nunca romperse... Derek necesita que alguien le dé o...