Cercanía.
Es de tarde y me he pasado todo el día encerrada en "mi" cuarto. No tengo una excusa sensata de porque hoy no fui muy productiva... aunque tampoco es que usualmente lo sea.
El punto es que me he pasado el día contestando mensajes de mis padres y de Alia, con quien a lo largo de estos días me he llevado muy bien. Incluso me ha agregado a un grupo conjunto de chicas. Irina, ella y yo.
Es una chica muy simpática, y no hace más que darme buenas vibras desde el mismísimo momento en el que la he conocido, así como Callum que se ha interesado en saber como voy con ellos sin tener intenciones de agobiarme.
En cuanto a él, no ha estado en el apartamento durante toda la mañana, de hecho a unas horas muy tempranas me mandó un mensaje avisándome que no estaría porque iría de madrugada a sacar unas fotografías que se le ocurrieron y a comprar más folios.
No le he preguntado nada sobre eso, primero porque no he tenido la oportunidad ya que hace aproximadamente una hora está de vuelta y yo aún no salgo.
Sin tener muchas ganas de continuar con este aburrimiento me dirijo desde mi habitación hasta la de Callum, a la cual cuando llego toco la puerta esperando algún tipo de respuesta del otro lado.
—Pasa — la consigo sin tener que esperar mucho tiempo.
—Hola— entro y cierro la puerta detrás de mí con cuidado.
Él se encuentra sentado contra el respaldo de su cama y con un portátil abierto sobre sus piernas mientras me mira sonriente cada que doy un paso para acercarme hacia él y sentarme sobre una de las esquinas de su cama.
—¡Pero mira a quien ha traído la marea!
—¿Cuál marea? Si vivimos en una ciudad.
Él gira los ojos ante mi respuesta.
—Pues lo mismo, ¿Qué haces aquí?
—Estoy aburrida.
—Que agradable escuchar que vienes a mí solamente cuando estás aburrida, ¿Eh?
—Lo puedes ver como que te estoy diciendo que eres divertido— me encojo de hombros.
—¿Si? Yo conozco varias maneras de divertirnos— sus cejas suben y bajan en un momento.
—Ya me las puedo imaginar— me río negando divertida.
Lo veo moverse hacia un lado y dirigir una de sus manos, la que no sostiene el portátil hacia el lado ahora libre de la cama, donde me señala que me siente junto a él.
Y lo hago, quedando entre él y la pared.
—¿Qué estás haciendo?— señalo la pantalla.
—Estaba editando unas fotografías, pero puedo seguir haciéndolo luego— apoya su mano sobre el portátil y comienza a cerrarlo lentamente cuando lo detengo.
—No, no. Está bien.
—¿Segura? No quiero que te aburras más y correr el riesgo de que te busques a otro que te entretenga— dice mirándome de lado con las comisuras de sus labios ligeramente elevadas.
—Puedes estar muy tranquilo que eso no pasará— respondo divertida— puedes continuar con las fotografías, aparte me gustaría verlas y ver cómo lo haces.
Él asiente y vuelve a abrir su pantalla, dejándome ver la foto de un paisaje de noche con estrellas y árboles que comienza a tomar cada vez más y más forma a lo largo de unos aproximadamente quince minutos en los que su flechita comienza a pasearse por toda la pantalla de un lado a otro, presionando mil cosas que no soy capaz de entender pero que él maneja cada una con mucha experiencia y estando cien por ciento seguro de cada cosa que hace.
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El Destino De Lo Imposible ✓
RomanceBea visita una ciudad completamente desconocida para ella cuando es invitada a pasar un mes junto a su mejor amigo en su apartamento. ¿Pero qué pasaría si el mismo no estuviese en casa? Bea tendrá que convivir con su compañero de piso. Callum, un c...