Capítulo 25/5

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Bea.

Parada frente a la puerta del apartamento de Sam y Callum siento como el corazón se me está a punto de paralizar, había tenido la sensación contraria en todo el camino hasta aquí, cuando sentía que mi corazón se aceleraba cada vez más. Al final resultó en lo contrario.

Me animo de una vez a tocar la puerta con mis nudillos, sabiendo perfectamente que si tardo más: o uno, quedaré como una rarita ante los vecinos, quedándome solamente parada frente a una puerta con cara de pánico. O dos, volveré por donde vine por puro instinto de supervivencia.

Los golpes de mis nudillos resultan más fuertes de lo que espero, por un momento al devolver mi mano la sacudo, como si de alguna manera eso hiciese que el dolor del momento desapareciese.

No tengo que esperar mucho más hasta que la puerta se abre y despejo la atención de mi mano, que repentinamente deja de doler cuando veo al chico rubio frente a mí.

Aún sigue teniendo tanto efecto en mí como hace siete meses atrás. El corazón no se me paraliza, más bien lo contrario, este comienza a latir con una fuerza descomunal al verlo.

Su ropa me hace pensar que no hace mucho se ha levantado, su cabello se encuentra más largo, aún voluminoso y aún más despeinado, sus pestañas aún tan largas y envidiables, su altura, su cuerpo, su presencia, su todo.

Su mirada se encuentra fija en mí, y no sé cuándo tiempo pasa hasta que sorprendentemente soy yo quien decide avanzar por impulso. Esta vez no es el impulso de sobrevivencia el que lo hace, sino otro más fuerte.

—Hola, Callum.

Antes de que pueda darme cuenta y siquiera pensarlo ya estoy dentro, mis brazos alrededor de su cintura. El tan solo tenerlo cerca hace una gran diferencia en mi interior.

Callum fue la primera persona por la que no me sentí presionada, que siempre me entendió y me dejó mi tiempo, es por eso que el sentirlo es mi recordatorio de quién soy, de quién quiero ser, y no de quién soy obligada a ser por las personas que me rodean en casa.

Me alejo torpe y triste al ver que no hay ni una mínima respuesta por su parte, aún ocultando la sensación. Ya no es lo mismo. ¿Y si ya lo arruiné? ¿Y si tiene novia? A lo mejor por eso es que todavía no me ha...

—Hola.

No termino la frase mentalmente, sin embargo al escuchar su voz vuelvo a subir la mirada desde el piso hacia sus ojos para dejarla ahí durante un momento.

—Lo siento, no quise...

—Está bien— asiente con una falsa mueca.

Aún si se sigue manteniendo esa chispa que se puede ver a lo lejos no es el mismo Callum que recordaba, al menos no conmigo.

La situación es terriblemente incómoda, ninguno de los dos se anima a decir nada y creo que lo mejor por el momento es que yo no sea quien lo inicie, dado que ya lo hice hace unos minutos y fue un desastre.

Aprieto mis labios entre sí, nerviosa, mientras él continúa con la vista fija en mí. ¿Por qué lo hace? ¿Tengo algo mal?

Pasados unos segundos más mi pregunta sigue sin respuesta. Él pasa por mi lado y cuando se posiciona detrás de mí le doy una mirada. Al instante noto que me está ayudando con la valija que olvidé por completo en el pasillo.

Una vez la valija está dentro, él vuelve a cerrar la puerta y volvemos a mirarnos, sin embargo esta vez es él, incómodo, quien aleja la mirada.

—Vuelvo... vuelvo en un momento.

Sin darme tiempo a decir algo —y sin yo animarme a decirlo— se aleja caminando con rapidez y claras ganas de escapar de la sala hasta meterse en su cuarto y cerrar la puerta detrás de sí.

El Destino De Lo Imposible ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora