Onceavo Acto.

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Hola a todos, perdón por subir el FanFic así de tarde, tuve unos contratiempos matutinos y me desperté realmente tarde hoy... ¡Pero aquí está la nueva entrega del FanFic! Espero sea de su agrado.

Escrito por: Zakuro Hatsune.  

Edición: Korrasammii

LOS PERSONAJES DE LOK NO ME PERTENECEN Y ESTO ES SIN FINES DE LUCRO.  

ADVERTENCIA: OC'S.

Nuestra Historia Sigue.

Onceavo Acto: Familia.

Se estaba muriendo. Su mundo estaba cayendo en una oscuridad de la cual temía no regresara jamás. No. No podía ser verdad, no debía serlo, de seguro estaba teniendo una pesadilla y cuando despertara Asami estaría ahí junto a ella. Pero las gotas de fría lluvia le comunicaban lo contrario, era real, muy real. Se inclinó en su pucho que enseguida mojó con su propio llanto y al no escuchar nada, su estómago se contrajo y el chubasco que la cubría acompañaba su sentimiento de tristeza. Asami no respiraba, su corazón no latía y el calor de su cuerpo se estaba desvaneciendo cómo el agua en un día caluroso. «No... Esto no puede ser el final...», pensaba con amargura la Avatar antes de dar una patada a la puerta cristalina del hospital que salió volando gracias a que también había usado su aire-control sin quererlo. Su mente no carburaba con precisión, lo único que podía hacer en esos momentos era actuar de manera robótica.

- ¡Un doctor! ¡Necesito un maldito doctor! - Vociferaba la morena sosteniendo aun a su novia.

Casi de inmediato la sala de espera dónde la joven pareja se encontraba empezó a cobrar vida, lástima que fuese sólo para atender a la ingeniero quien perdía con cada segundo más pigmentos en su tez.

- Rápido, póngala en la camilla. - Ordenó un hombre de tez morena al igual que la Avatar y con ojos celeste.

Korra acató de inmediato la orden que el médico le dio y la colocó con sumo cuidado, casi como si fuera una muñeca de porcelana fina que pudiese romperse con el más mínimo roce del aire, a la heredera Sato en la reposadera azulina con ruedas negras y de estructura hierrica. Apenas ese hermoso cuerpo femenino estuvo del todo acostado en la cómoda superficie, doctores, curanderos y enfermeras la empezaron a rodear para poder buscar alguna señal de vida por parte de la líder de Industrias Futuro. Así estuvieron por varios minutos, pero nada. El hombre de piel achocolatada suspiró con resignación, por más que siguiera buscando sabía que no iba a escuchar aquel corazón latir de nuevo y no creía con certeza que en menos de dos minutos pudiese volver a latir, si ese transcurso de tiempo pasaba y aquella chica no respiraba, sabía que no podría hacer nada más para devolverla al mundo mortal.

- ¿Pasa algo? - Se interesó la pareja de la paciente. 

- Avatar Korra... Temo que no hay mucho que podamos hacer... El corazón de la señorita Sato dejó de latir hace más de dos minutos... si esto sigue... no podremos hacer nada por ella... Podemos oxigenar su cuerpo con el agua control, pero no podremos llegar a su cerebro y sin aire, éste morirá. Lo sentimos. - Explicó el médico con paciencia.

La joven no podía creer lo que aquel tipo le decía, una rabia tremenda en unión solidaria con la desesperación empezó a invadirla como un veneno que la cegaba ante cualquier pensamiento racional.

- ¡No! ¡Haga algo! ¡Usted es un doctor! ¡Un maldito doctor! - Hizo énfasis en el empleo del hombre mientras lo agarraba de la bata azulina. 

- P-Por favor... Mantenga la calma. - Suplicó el medico con voz temblorosa.

La morena simplemente agachó la mirada, sus ojos empezaron a cubrirse de pequeñas gotas saladas que en segundos ya resbalaban por sus mejillas y nariz. Estaba llorando. Su corazón se contrajo y las fuerzas por discutir o explotar por aquella situación desaparecieron al instante. No quería imaginar un mundo sin la heredera, ¿ya no ver aquellos hermosos ojos verdes iluminarse cada vez que ella despertaba? ¿Ya no escuchar su risa cuando hacía alguna payasada? ¿No ver aquel hermoso cabello negro jugar con el viento en la tardes de otoño? ¿Jamás volver a escuchar su hermosa voz decir su nombre? ¿No volver a sentir aquel cuerpo estremecer de placer debajo suyo? Pero, sobre todo, ¿no tener una vida con ella? No. Eso ya no era vida, eso era existencia vacía. Asami era su todo, quien la mantenía en balance y sin ella... Sin ella no podría volver a ser la misma, pero, sobre todo, su respirar y su ser valdrían la pena. El mundo se podía ir a la mierda, total, el suyo estaba ahora en una camilla con el corazón detenido y con su inhalar sin función.

Nuestra historia sigue.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora