XIX. *inserte título aquí*

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Nunca fui bueno en las citas.

Nunca fui bueno demostrando mi amor en público.

Jamás fui bueno en el amor.

-¡más rápido! -me gritó Mike jalándome del brazo, traté de que mis piernas no me fallaran, estábamos a unas cuantas calles de llegar, ¿A dónde íbamos a llegar? No lo sé, Mike no quiere decirme aún.
Pero entonces me frené de golpe y lo obligué a él también detenerse.

-Es...pera, pode...mos, ¿descansar? -le pregunté entre jadeos, él me sonrió, como siempre lo hace. Se acercó a mí y posó una mano sobre mi mejilla acariciándome con su pulgar.
-¿te cansaste? -me preguntó viendo mis labios abatidos, luego mis ojos.

-Perdí el aliento, Mike, ¿tu qué crees? -le pregunté, su sonrisa ya no estaba en su rostro, sus labios estaban curveados hacia arriba apenas distinguiéndose como una pequeña sonrisa, delineaba mi labio inferior con su pulgar y sus pupilas estaban dilatas, luego me miró, aquellos ojos verdes se clavaron en los míos, esa mirada fue tan intensa que ni siquiera pude soportar el contacto, desvié la mirada con mis mejillas ruborizas, entonces sentí una presión sobre mis labios, Mike me daba un suave y corto beso, que pareció eterno, al separarse un poco jadeó sobre mis labios, provocándome un escalofrío.

Se irguió y me miró nervioso, le sonreí, coloqué mi mano sobre su cintura aferrándome a su suéter, me puse de puntillas y le devolví el corto beso en los labios.
-Grandísimo tonto
-musité entre risas, enarcó una ceja.
-¿por qué? -preguntó sonrojándose un poco y llevándose los dedos a los labios.
-Eres el único que puede provocar que mi corazón se acelere de esta manera -le vi a los ojos, alzó las cejas y pareció sonreír.

-Bueno, hay que seguir avanzando -le dije, me di la vuelta y comencé a caminar, pero entonces él tomó mi muñeca obligándome a verle, fruncí el ceño extrañado, y sin que yo pudiera parpadear, él se agachó un poco y colocó sus manos en la parte baja de mis glúteos cargándome en sus brazos, abrí los ojos como platos ante aquel acto, mis pies habían quedado a varios centímetros del suelo, ahora por fin era un poco más alto que Mike, ya que él me cargaba, puse ambas manos en su nuca, me observó desde abajo, y luego de dedicarnos una sonrisa que decía todo lo que pensábamos en aquel momento, yo agaché la cabeza y él estiró un poco el cuello para poder unir nuestros labios en un casto beso.

En ese momento no me importó que estuviésemos en la calle, de todas maneras estábamos solos, casi no hay nadie, y si hay alguien por ahí, ¿qué más da?. Sólo me importaba él.

Cuando aquel beso terminó, él me bajó y pude posar mis pies de nuevo en la tierra, aparté mi mirada avergonzado.

Y cuando creí que todo en mi vida comenzaba a ir bien, cuando ya no habrían más problemas, cuando por fin era feliz...

-¿Alex? -escuché una voz que me hizo dar un respingo en mi lugar, Mike frunció el ceño y vio por encima de mi hombro, mi corazón comenzó a agitarse y a latir abatido.
«mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda»

Me volteé lentamente con mis ojos entrecerrados y mis labios apretados, y mis ojos chocaron con aquel color avellana.
-Adrian. -le devolví el saludo, él recorrió su mirada hasta Mike y la clavó en él, lo que más me sorprendió, es quién venía al lado de Adrian.
-¿Patricio? -pregunté con seriedad en mi voz, él me observó consternado y agitó la mano lentamente a forma de saludo.

-¿Mike?
-¿Adrian? -ambos se preguntaron al unísono, enarqué una ceja y volteé a ver a Mike confundido, su mirada estaba completamente clavada en la de Adrian, con su entrecejo fruncido y con cierto abate.
-Así que... ¿estás con Alex ahora? .-Adrian curveó sus labios hacia abajo sorprendido alzando las cejas-. Nunca imaginé que alguien como tú, se enamoraría alguna vez. -dijo.

Alex ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora