I. Conociendo a Alex

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Me desperté como cada ser humano amaría despertarse.

Me caí de la cama.

No tardé en escuchar el molesto ruido de lo que se le llama "peleas"

Suspiré exasperado y perezosamente me arrastré por el suelo, me levanté y desordené mi cabello soltando un bostezo de insomnio, salí de mi habitación y efectivamente me encontré con mis dos hermanos peleando

-ey, ey, ey... ¡EY! -grité haciendo que volteasen a verme al mismo tiempo con caras furiosas

-¿por qué peleáis todo el tiempo? ¿no podéis vivir en paz sólo por un minuto? ¡por favor chicos! son hermanos, no tenéis que pelar siempre
-les dije separándolos un poco

-¡Dustin no deja de molestarme! -espetó Gabrielle

-¡Gabrielle no quiere devolverme mi celular!
-exclamó Dustin, puse los ojos en blanco

-Gabrielle, no le quites el celular a Dustin, tu aún eres muy chica para usar esos artefactos, y Dustin, tenle un poco de paciencia a Gabrielle... y no dejes que te agarre el celular, y no te pongas a actuar como niño de siete años ¿vale? Por lo menos vosotros tenéis que ser unidos y amorosos... no llevéis el mismo ejemplo de papá y mamá... porque no queremos terminar separados, ¿verdad? -les pregunté poniéndome de cuclillas enfrente de Gabrielle para luego alzarla en mis brazos, Dustin suspiró comprensivo

-vale... -dijo en voz baja, sonreí y bajé a Gabrielle de mis brazos y la coloqué en el piso

-ahora, alistaros para ir a la escuela, iré a hacer el desayuno -les sonreí y caminé por el largo y angosto pasillo, al llegar a la sala giré a mi izquierda entrando a la cocina, me encontré con un cuerpo desvanecido en la mesa con una taza de café en su mano y la cabeza apoyada en esta, el cabello le cubría el rostro y respiraba sonoramente cansada, me acerqué cautelosamente y acaricié su cabeza para despertarla, gruñó y lentamente levantó la cabeza, sus azules ojos marinos chocaron con los míos

-¿qué? -preguntó de mala gana

-¿dormiste aquí toda la noche? -le pregunté viéndola directamente

-si... ¿por qué me despiertas?
-preguntó de mala gana

-porque puede dolerte la espalda si te quedas en esta posición -le dije colocando mi mano sobre su hombro

-vale -se removió botando mi mano de su hombro, se levantó con enormes ojeras sobre los ojos y cara trasnochada

-seguiré durmiendo -me dijo con voz somnolienta

-vale, yo le haré el desayuno a mis hermanos -le dije viéndola arrastrar sus pies

-si, como quieras -dijo antes de desaparecer por el pasillo, suspiré cansado del comportamiento de mi madre.

Hice el desayuno rápidamente y llamé a mis hermanos a comer, serví la comida en los platos y cuando mis hermanos se sentaron a comer salí corriendo a mi habitación, me quité la ropa a velocidad luz y me metí a la ducha, traté de tallarme lo más rápido posible, salí y me coloqué el uniforme de mi escuela, a los alumnos de tercer año les dejaban ponerse el uniforme y si querían podían ponerse ropa casual.

Peiné mi cabello con ambas manos y tomé mi mochila, corrí hacia la sala y mis hermanos me esperaban parados impacientes, con cada una de mis manos tomé un hombro de los dos y salimos de casa.

Pasé dejando a mis hermanos a su escuela y caminé a paso rápido a la mía. gran idea la de mis padres haber dejado a mis hermanos en diferente escuela que la mía.

Entré y como siempre nadie se percató de mi presencia, fui directo al salón y todos hacían relajo, busqué el último asiento en la esquina pegado a la ventana.

Alex ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora