XVI. Lo siento.

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Hace unos cuantos minutos, me encontraba sonriendo débilmente, Cuando lo primero que vi fue una camilla y lo primero que oí fueron unos pitidos de una máquina fría, me había alegrado porque pensé que por fin me moriría, y abandonaría esta vida monótona e inservible.

Pero después recordé porqué estaba ahí. Giré mi cabeza y me encontré a una pequeña pelirroja, conectada a un montón de tubos y cables, y un artefacto de oxígeno cubriéndole la boca. Mis lágrimas no tardaron en salir, me levanté de golpe y tiré del catéter conectado a mi mano, desangrándome un poco, pero no me importó, dolió mucho, y los pitidos constantes de la máquina se transformaron en un pitido exasperante y escalofriante. Caí hincado frente a la camilla de la pequeña, y tomé su mano fría y pálida con mis manos temblorosas, apoyé mi frente en ella y sollocé lamentándome, el ruido ensordecedor de aquella máquina, hizo que una enfermera joven entrara corriendo y viera asustada hacia la camilla donde antes estaba yo, luego se giró y corrió hacia mi tomándome por los hombros. -¡Cristo! -exclamó clavando sus dedos en mi clavícula, me obligó a darme vuelta y así levantarme.

-¿¡pero qué es lo que le sucede!? ¡Se está desangrando! no vuelva a hacer eso, me ha dado un susto tremendo -habló rápidamente. Apagó la máquina irritante dejando así únicamente la otra con el pitido constante. Me tomó de la mano e inmediatamente colocó un algodón sobre el agujero de mi piel donde antes había estado la aguja para que dejara de sangrar.
La chica me tomó con ambas manos el rostro y me miró directamente a los ojos.
-¿está bien? -sus ojos claros me vieron preocupados. Asentí desviando la mirada, mis ojos estaban coagulados de agua. Limpió las lágrimas que yacían en mi mejilla con su pulgar lentamente, me tomó cuidadosamente de la muñeca y me condujo hasta la camilla, me hizo sentarme.

-ella estará bien, no se preocupe. -me dijo poniendo una mano sobre mi hombro.

-¿segura? -le pregunté con voz flaqueante, si es que apenas ella había podido oírme, estaba destrozado por dentro y mi voz no salía con mucha fuerza.

-Sólo está dormida -dijo. Unos aires de una sonrisa de compasión aparecieron en la comisura de sus labios.

Sólo está dormida.

-¿entonces por qué está conectada de esa manera? -le vi incrédulo.
-Padece de Narcolpesia, tenemos que tener muy controlada su estabilidad, sólo por si acaso -me dijo.
-¿por qué siento que me oculta algo? -le pregunté sorbiendo mi nariz y clavando mis ojos en los suyos. Negó con la cabeza.

-¿usted es su hermano? -me preguntó, entonces algo en mi estalló y sentí como mis ojos volvían a inundarse. Si no me morí, Adrian va a encargarse de matarme.

Me levanté de golpe lo que causó que ella diera un respingo y que yo me mareara un poco. -¿¡dónde está Adrian!? -exclamé preocupado, ella colocó una mano en su pecho y me miró confundida.
-¿quién? -preguntó tratando de encontrar mi mirada, la miré. Me miró. Abrió los ojos de par en par.
-¡ah! ¿el señor Dallas? -me preguntó, asentí frenéticamente. -Hace una hora estaba en la sala de espera, pero luego se fue. ¿qué es él de ustedes? -me preguntó.

-Es mi amigo, el hermano de la pequeña. -le dije.

Llamarla pequeña hacía que mi corazón se quebrara lentamente, recordaba los viejos tiempos. Cuando ella era una niña, y me extendía sus brazos con una sonrisa. Cuando me daba sus muñecas despeinadas y me jalaba la mano para llevarme a su mesa de té con sus osos de felpa. Cuando me contaba secretos sobre sus amigos imaginarios, o cuando le ocultábamos secretos a Adrian. Cuando ella me decía: "Quédate un ratito más, por favor.". O, la primera vez que me enteré de su enfermedad, Adrian estaba en la ducha. Recuerdo que me asusté mucho, demasiado, pero cuando ella despertó, y me vio llorando, se rió un poco y colocó su diminuta mano sobre mi hombro con una sonrisa y ojos alegres. "-Tranquilo Alex, sólo estaba dormida".
Pensar que la voy a perder, o que por mi culpa está así, me quiebra el alma entera. Si tan solo la hubiera dejado... No habríamos chocado. Tal vez yo sí. Pero ella no.

Alex ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora