VIII. confusiones

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-chicos, ya vengo, ¿se os apetece algo? -nos preguntó Adrian a Laila y a mi.

Estábamos en el jardín de su casa, él iba a entrar a traer un refresco.

-no gracias -dijimos al unísono, Adrian sonrió y se fue adentro.

Cuando ya estaba lo suficiente lejos para que no nos escuchase Laila habló

-Alex... ¿qué pasó con ustedes?
-preguntó Laila viéndome hacia arriba ya que estaba acostada en mi regazo

-¿a que te refieres? -le pregunté

-una vez, Adrian me contó que habías dicho que ya nada seria igual... porque dejaste de confiar en él, de un mejor amigo jamás se puede perder la confianza -me dijo.

Entonces, fue cuando el pecho me dolió, no quería admitirlo, ni siquiera quería pensarlo, pero no puedo ocultarle nada a Laila, ella es como mi hermana menor.

Suspiré.

-no... bueno.. -pasé las manos por mi cabello exasperado

-....Jamás dejé de confiar, de creer ni de esperar de él, jamás lo haré, pero... el aceptarlo, me vuelve una persona débil, porque si lo acepto, y me abalanzo sobre él como antes, creerá que soy débil, verá y se dará cuenta de la realidad, de que tiene un amigo débil, de que si yo le doy a demostrar toda la falta que me hizo, creerá que siempre pasé penando por su desaparición, y así fue, pero no quiero que lo sepa.- mi voz se quebró -.no quiero que sepa cuántas ganas tengo de abrazarle, de verle a los ojos y decirle que lo extrañé muchísimo y que fue, es y será mi mejor amigo, de romperme a llorar junto a él por su regreso... pero no puedo... no me gusta expresar mis sentimientos, porque creo que si lo hago, en cualquier momento Adrian puede herirlos sin siquiera darse cuenta.... no quiero que se vaya de nuevo de mi lado. no lo soportaría.

-abro mis ojos, ya que los había cerrado para no llorar, volteé a Laila y ella se había dormido, limpié con el dorso de mi mano mi ojo y sonreí de lado con un suspiro, acaricié su cabello y me incliné para besar su frente

Aunque no me haya escuchado, siento que me desahogué, ahora me siento bien por dentro.

-ya vine -apareció Adrian a mi lado sentándose mientras abría un refresco, sonreí de lado

-me di cuenta... -le dije

-Alex, ¿conoces a Mike? -me preguntó sorprendiéndome y enarcando una ceja

-¿¡por qué!? -me sobresalté ante su repentina pregunta ¿él conocía a Mike? Abrió los ojos como platos extrañado ante mi reacción y se puso la lata de soda en la boca

-por nada... -dijo dando un trago

-no, te conozco Adrian Dallas, y ahora me lo dices, ¡o hago que me lo digas! -espeté molesto, volteó a verme y sonrió con esa mirada que hacía que sus ojos se achinaran

-oblígame -sus labios bailaron en la pronunciación de la palabra diciéndola con intenciones de retarme, entrecerré los ojos.

Aparté cuidadosamente a Laila de mi regazo y apoyé su cabeza en el césped, Adrian al ver esto abrió los ojos como paltos junto con una enorme sonrisa y se levantó, me levanté rápido y él salió corriendo, lo seguí.

-¡Adrian! -espeté, tiró la lata vacía al césped y corrió en círculos por todo el jardín para que no lo alcanzase.

Piernas no me fallen.

Comencé a correr más a prisa y logré tomarlo de la cintura y detenerlo, el rió y trató de zafarse, pero sólo consiguió que nos cayéramos al suelo, caí sobre el y apoyé mis rodillas al lado de cada una de las suyas y con mis manos sostuve sus muñecas arriba de su cabeza.
Sonreí.

Alex ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora