20- Momentos previos al caos

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—Podrías acostarte aunque sea media hora más—trata de convencerme por enésima vez Justin. Niego mientras lo observo colocarse la chaqueta de su uniforme.

—Estoy bien— me limito a decir y él, a regañadientes, lo acepta.

Poco después se va por la puerta, dejándome sola en mí cabaña, observando a través del pequeño hueco que simula ser una ventana. Todavía es de noche, faltan un par de horas para que amanezca pero yo soy incapaz de dormir. Para no variar.

Las pesadillas y recuerdos siguen frecuentándome sin pudor, pero cada vez son más difusas, más llevaderas. Aunque eso no quitara el dolor que me provocaban. O todas las cosas que me habían pasado o había hecho.

Dormir seguía siendo todo un reto. Sobrevivir también lo era, y no lo digo solo por los clandestinos.

Todas las noches antes de acostarme, me recordaba todo por lo que había pasado, pensando que así, tal vez, lo superaría con el tiempo. La verdad es que creo que no lo hacía. La verdad era que sabía cuál era la realidad pero me negaba a aceptarla.

Dos horas después me encontraba en el comedor, sentada únicamente junto a Érica ya que Justin y Newt no podían desayunar con nosotras.

—¿Quieres que lo hagamos así entonces?—el timbre de su voz es suave, como siempre. Cuando la observa con una pequeña mueca confusa ella bufa y niega con la cabeza— ¿Otra vez en otro mundo? —suspira— Lo que te estaba preguntando, era si querías que mañana vaya a dormir contigo o tú a dormir conmigo. Ya que Justin tiene turnos de noche esta semana, para que no estés sola.

Cojo una grande bocanada de aire y niego.

—Estaría bien que dejarais de tratarme como si estuviese a punto de desaparecer, la verdad. Sería mucho más tranquilizador. No me harías sentir tan inútil— mi voz se vuelve un poco arisca per Érica lo ignora. Últimamente todos ignoran todo.

—Solo ha pasado un mes desde que volviste al campamento. No creo que sea buena idea que estés mucho tiempo sola— la suavidad en su voz me molesto, me hace sentir como una niña pequeña a la que hay que proteger. De lo único que hay que protegerme es de mí misma, y eso ellos no pueden hacerlo— Es normal que te sientas mal, pero igual la compañía te hace bien. Tener a alguien que te escuche siempre hace bien— se encoje de hombros y yo retengo el impulso de gritarle que se meta su ayuda por donde le quepa— Yo siempre te escucharé cuando lo necesites.

—No necesito que me escuches, ni tu ni nadie, Érica— le aseguro entre dientes. Para no variar ella no se inmuta. Cada vez que pierdo los nervios y las pago con Érica, Newt, Justin o Piper lo ignoran, y eso me frustra. Me frustra que ignoren lo que digo como si fuese estúpida y necesitase que me diesen la razón— He pasado por cosas mucho peores, y con menos de un mes entre ellas. No necesito a nadie.

—Todos necesitamos a alguien, aunque digamos lo contrario.

Mastico con fuerza, mordiéndome la lengua.

Desde que trato de aceptar todo lo que me ha pasado, desde que trato de sanar por mi propia cuenta. Desde que llegué del bosque, estoy muy susceptible, explosiva, volátil.

Y va a llegar un punto en el que aquellos que me importan empiecen a odiarme. No sé que haré cuando eso suceda. No quiero ni imaginármelo.

Antes de que pueda decir nada alguien se sienta con nosotras. No sé si prefería que esta horrorosa e incómoda conversación continuase antes que ver a la mujer sentada con nosotras.

—¿Cómo os va la mañana, chicas? —la voz exultante de Lidia me retumba en los tímpanos. Nos sonríe ampliamente, inconsciente de la incomodidad que me provoca— Espero que estéis preparadas para un día duro.

Alala (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora