—Venga, solo dos minutos más— Justin se detiene a mi lado mientras yo apoyo mis manos en las rodillas, tratando de conseguir oxígeno para mis pobres pulmones.
Cada respiración es como si en mis pulmones se acumulara arena, como si le plantaran fuego a mis pulmones.
Cada latido de mi pobre corazón resuena en mis oídos y las piernas me tiemblan.
—No puedo más—me duele hasta decirlo.
Mis mejillas arden y el sudor caliente está por todo mi cuerpo. La camiseta pegada a mi cuerpo, mojada.
—Solo te quedan dos minutos más y ya puedes descansar— me anima el rubio y apoya su mano en mi espalda mientras yo trato de seguir respirando— Venga, tu puedes. No me digas que la famosa Alala Murphy, asesina de clandestinos y mi salvadora no puede con esto— sigue tratando animarme pero yo niego mientras las gotas de sudor caen desde mi nariz.
—No puedo—jadeo—enserio que no puedo— la voz me tiembla de frustración.
—Está bien, está bien. Lo estás haciendo genial.
Niego.
—No es es verdad— gimoteo.
—Claro que sí...
—¡No!—Me incorporo y ante la mirada azulada de mi mejor amigo muestro mi frustración— Míralos— señalo a los chicos que siguen corriendo— muchos de ellos son más pequeños que yo—cojo una bocanada de aire cuando siento que me falta. Todavía estoy recuperándome de mi sofocón— Ellos corren cuarenta minutos y yo no soy capaz de llegar ni a los quince, joder.
Suspiro y me lleva las manos a la cara, restregando mi sudor en mis manos pero poco me importa. Me siento tan mal, tan inútil.
En un principio pensaba que estando aquí, lejos de aquella cueva volvería a ser la misma de antes, o al menos sentirme mejor, pero todo es peor.
Si en la cueva no sentía absolutamente nada aquí lo siento todo el doble, y no de una buena forma.
La gente murmura a mis espaldas y en mi cara, se ríen de mi falta de capacidades físicas y psicológicas.
Los primeros días fueron de lo mejor, siempre junto a Justin, siempre. Pero después él tenía que ir a hacer sus quehaceres y me tenía que dejar sola aunque trataba de venir junto a mí cada vez que tenía tiempo.
Me siento sola la mayor parte del tiempo, sola e inquieta, con el miedo de que en cualquier momento nos ataquen los clandestinos. Estoy paranoica.
Y las consultas con Patricia —la psicóloga— lo único que hacen es que tenga ataques de pánico todos los días ya que Lucas me obliga a ir día sí y día también.
Siento mi labio temblar y Justin me separa las manos de la cara y me mira con firmeza.
—No es lo mismo, Alala, en lo absoluto.
—Claro que lo es...
—No, no lo es. Esos que están corriendo no estuvieron en una cueva durante un año sin moverse apenas, ni estuvieron en condiciones infrahumanas como lo estuviste tú. Han pasado siquiera dos semanas desde que llegaste y lo estás haciendo genial, eres capaz de comer lo que te damos, eres capaz de hacer los ejercicios que te indico y estás a punto de poder correr quince minutos seguidos. Y eso es fantástico.
Abro la boca para refutar pero él no me permite hablar.
—Además, si los vieras las primeras semanas a ellos estarías partiéndote de risa. Así que no me seas tan melodramática, eh— me revuelve el pelo húmedo por el sudor y yo suelto una pequeña risa que se convierte rápidamente en un sollozo.
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Alala (EN PAUSA)
FantasyBILOGIA DESTINO #2 Alala Murphy y Bryan viven un año bastante complicado para su extraña relación. Y tras Alala poder cumplir una antigua promesa ella tendrá que someterse a muchas cosas... Verdades dolorosas. Perdidas irreparables. Sentimientos con...