❞ 𝐋𝐀𝐃𝐘 𝐑𝐎𝐒𝐄 ❝🌹๑╰─── • ⁽ ᵀᵒᵏʸᵒ ᴿᵉᵛᵉⁿᵍᵉʳˢ ⁾

Capítulo 35

Chifuyu y Takemichi compartían un momento en la tienda de motocicletas que se había vuelto su punto de encuentro al fundar su nueva pandilla.

──Por cierto. ──señaló su mejilla.── ¿Qué te pasó?.

──Oh. ──tocó y tenía un corte, parecido al rasguño de un gato.── Rose me golpeó.

──¡¿R-Rose?!.

──Supo cuando te fui a visitar. ──sonrió.── aunque no lo creas es una fiera total, en vez de uñas tiene garras.

──Ya veo. ──soltó a medias.

──Takemichi, debo agradecerte por cuidar de ella.

──No se de lo que hablas.

──Me contó sobre su viaje en el tiempo, como renacio. ──hizo una corta pausa.── y lo agradecida que estaba contigo por ocultar su secreto tanto tiempo.

Hanagaki parpadeo varias veces llegando a sobresaltarse un poco en cuanto sintió la mano de Chifuyu sobre su hombro.

──Gracias. ──Chifuyu se alejo riendo un poco por verlo reaccionar de manera sentimental.── Que llorón.

──¡Basta! ¡La pandilla, debemos enfocarnos!.

──Sí, sí.

──¡Hola a todos!.

Miraron la entrada invadida por el menor de los Shiba, al final había aceptado la invitación de Takemichi quien no podía estar más que contento.

Al paso de unos minutos donde se le explicó la situación y se le entregó su uniforme hecho por el mismo Chifuyu, Hakkai puso un tema sobre la mesa.

──¿Qué piensas sobre Seina? ¿Hablaste con ella de esto?.

Takemichi quedó en silencio por un momento, al pensarlo bien.

──No hay nesecidad de decirle algo.

[ ◈ ◈ ◈ ⸙ ◈ ◈ ◈ ]

La pelirroja se arrodilló empezando su rezo.

«Gracias, por darme una segunda oportunidad.» sintió una calidez invadir su cuerpo. «siempre estaré agradecida por esto.»

Al terminar volvió a levantarse, esperando que su progenitora terminara también la misma acción.

──Madre. ──murmuró tocando un poco su hombro.── Ya vuelvo.

Cheiko asintio dejando el pase libre a la joven de inspeccionar aquel lugar sagrado donde le pareció ver una sombra por los pasillos y detuvo su paso frente un bello mural de la Virgen María, de pronto sintió una presencia atrás y dando media vuelta reconoció esos ojos negros.

──¡Manjiro!.

Él sonrió tomando su mano de forma ligera con cuidado de no lastimarla, quedando de esta forma atrás de un pilar.

──Silencio. ──realizó aquella seña junto un guiño.── Hay mucho eco aquí.

──¿Qué haces?. ──frunció el ceño bajando la voz, sin dejar de sonar severa.── ¿Qué quieres?.

──Quería hablar contigo, verte.

──Te hubieras acercado como una persona normal y saludar. ──se alejó dando dos pasos atrás.── Además estamos en una inglesia, ten algo de respeto.