Capítulo 11

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"Reina de las sombras, en el reino de hielo, eclipsada a ojos del imperio de los vampiros. Reina de las sombras, sea cual sea la estación, luchamos por el día en que recuperes tu corazón y nos traigas la gloria. Eternamente bajo tu gracia. Reina de las sombras, sálvanos a todos. La nación injuria, la maldición no se ha ido y ha llegado el final. Reina de las sombras, cree en nosotros. Rodéanos de brazos y vístenos con espadas, Enciende nuestros corazones con sangre intensa. Eternamente bajo tu gracia. Reina de las sombras, en el reino de hielo, eclipsada a ojos del imperio de los vampiros. Reina de las sombras, sea cual sea la estación, luchamos por el día en que recuperes tu corazón y nos traigas la gloria. " —Canción dedicada a la reina Thorul, adalid de Nocturnal. Año 95.

Algo que habían compartido tanto tiempo eran besos.

Para Alexandra parecían ser todos los primeros, la manera tan delicada que siempre trataba a la castaña sin la intención de asustarla o, retractarse de su acción. Una mujer tan hermosa que descendía de una especie tan magnifica. Había presenciado muchas veces el cuerpo desnudo de su acompañante, sin embargo, jamás había tenido la oportunidad de tocarlo con sus manos, la piel desnuda tan suave y perfecta. Sus manos parecían no saciarse, no paraban de explorar cada centímetro de su cuerpo deleitándose con el solo tacto.

Apenas el sol se había ocultado ese largo día, Samantha le miró con deseo, un deseo desconocido que profundizaba a la lujuria de la cual, Alexandra, no estaba informada. Era nuevo. Esa manera de mirarla con tanta pasión provocaba en ella el latir desenfrenado de su corazón.

Bajo la luz de la luna y la luz de las velas en la habitación estaban dispuestas a entregarse. Noche tranquila, sin ruido externo que le pudieran interrumpir en su agraciada entrega de cuerpo y alma.

Le era extraño ver a Samantha tan diferente a cuando lucia el traje de batalla de su especie. Cabello trenzado, ojos más opacos debido a la pintura de guerra bajo la máscara y un aspecto intimidante a cualquiera, pasar de una fiera guerrera a una doncella que parecía no matar a una mosca dejando ver sus finos detalles en expresión junto con un cabello castaño resplandeciente suelto y, sus ojos, ojos claros dulces que cautivaban a cualquiera que le mirase. Su hablar tan fluido después de haber estudiado sólo por unas semanas, ¡Semanas! Además de una hermosa mujer, inteligente.

Dejaba que Samantha se deleitara también, adoraba su tacto en su cuerpo, sus frías manos provocaban fácilmente en ella una corriente por todo su cuerpo llegando a su zona más sensible. Se encontraba sobre ella, sentada sus muslos donde podía sentir su erección entre los glúteos de su compañera. Le era difícil sólo estar tumbada en la cama, estaba ansiosa, quería ya sentirla plenamente, pero su razón gritaba que debía tener paciencia pues era la primera vez de la morena.

— ¿Estás bien? — Preguntó Sam. — Noto tu respiración muy agitada.

Por supuesto, se lo decía en donde mantenía las manos en sus pechos. La pelirroja no sabía que responder, ¿Un juego o, sinceridad? La castaña se movió colocándose suavemente en el lado izquierdo.

— Es nor... ¡Mal! — El jadeó salió de sus labios, cerró los ojos al mismo tiempo que mordió el labio inferior. Juego, ¡Juego! ¡Estaba jugando con ella! La lengua gélida de Samantha estaba jugando con su pezón, no podía doler más, la mano derecha se encontraba junto a su otro pecho jugando con su pezón entre los dedos.

No dudó en mover su propia mano hacía su erección bombeando para deshacer el dolor de esa parte.

Tumbada en la cama sólo podía esperar lo peor/mejor, adoraba lo que provocaba en ella, esa sensación de lujuria y deseo, no soportaría más para hacerla suya, marcarla, aunque no fuera luna sagrada. Dejaría sólo una marca que se desvanecería con el tiempo, pero una marca que podrían ver para aclarar dudas de la relación General - Dragón que llevaba tiempo entre los chismes del palacio.

Lazos de Sangre [Supercorp]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora