Capítulo 15

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Definitivamente se había perdido entre la curiosidad y el instinto de supervivencia.

La veía. El último elfo con vida sobre el planeta. Agachada, indagando entre raíces y flores se encontraba. Las estatuas a los costados del jardín le daban a entender que era un sitio privado. Se quedó analizándola, le daba la espalda. Tenía unas mallas ceñidas como si se trataran de su propia piel, sin calzado y llevaba encima tirantes que cubrían seguramente los pechos, aun así, mucha piel expuesta. La tes pálida que reflejaba la espalda era más que un principio, Lohse podía distinguir cicatrices desde la distancia que mantenía de la elfa.

Miró a su alrededor notando que la gente se veía nerviosa por la presencia de la especie más rara que se había creído extinta. Escuchó por ahí que su rostro reflejaba una cruda historia de pasado y los ojos un intimidante mirar que hacía retroceder a cualquier que intentara hacer contacto verbal con ella.

Era un inicio.

El cabello negro sujetado por una cola de caballo. Cabello tan bonito, sedoso y brillante. Llevó sus dedos a uno de sus salvajes rizos notando que el tinte de cabello comenzaba a desvanecerse volviendo su colorido cabello rojo a uno castaño. Lo último que quería era parecer una bandera caminante; los mechones blancos, el cabello rojizo y el cabello castaño en un sólo lugar. Sus padres habían recomendado dejárselo natural, "Lohse" era una parte de valentía, pero ha superado su pánico escénico, el miedo de que la gente se burlara de ella al apenas comenzar a tocar la guitarra y el laúd.

Camila se trataba de una joven sabelotodo, aburrida, donde sus narices siempre se encontraban frente a los de un libro leyendo sobre la magia antigua e historia. Se trataba de un pasado que intentó borrar al ser acogida por sus padres, quería olvidar el rostro moribundo de su madre en sus últimos días de vida y borrar la desgarradora escena de su muerte.

"Saluda"

Dentro su cabeza se escuchó la voz de Maferath como un eco fantasmal. Si no supiera que era adalid de un dios, entonces estaría desquiciada en esos momentos. Se volvió a esconder detrás de la estatua, indecisa. ¡Estaba decidiendo por ella! Su vida amorosa, que ni siquiera sabía si la tendría algún día, su futuro.

—¿Jugando a la casamentera?—Murmuró cruzada de brazos.

Lohse hurgó en su bolso viendo que su bastón reducido a miniatura se escondía bien ahí. Salió de su escondite dirigiéndose hacía al jardín, podía notar el límite de acercamiento por las pequeñas vallas que rodeaban la tierra fértil. Se quedó a unos metros con un rostro dudoso, escuchaba murmullos entre dientes, un idioma que no comprendía, ¿Cómo se supone que harán una pareja si ni siquiera hablaban el mismo idioma? No estaba en disposición de aprender el lenguaje élfico en su tiempo libre y más le valía a la diosa entender su decisión.

Mantuvo una de sus manos cerca del bolso. Tosió sonoramente tratando de llamar la atención de la elfa. No volteó. Vio que tomó la daga del suelo para cortar una flor roja, inmutándose de los pinchazos de las espinas en la palma. Sus piernas querías girar para huir de esa mujer, la sangre escurriéndose hasta la muñeca ¡Sin sentir el dolor!

"Saluda, cariño"

—¡Hola!

Se llevó la mano a la boca rápidamente al darse cuenta de que había subido la voz. La elfa se detuvo, se giró hacía a ella observando unos ojos color verde oscuro, además del ceño fruncido.

Que mala primera impresión.

La elfa volvió a ignorarla, echó la flor en una pequeña bolsa de cuero donde también se dio cuenta de otras plantas. Al levantarse, se quedó realmente intimidada por la altura de la elfa. Metro y medio. Se sintió avergonzada, una enana y demasiado terrible por haber gritado.

Lazos de Sangre [Supercorp]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora