Capítulo 12

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Lena era una de las pocas personas que cuestionaba la divinidad de los dioses.

Todo un ejército de vampiros a su lado creía fielmente en la diosa de las sombras, no dudaban siquiera en poner en juego las palabras que salían de ella por ser su adalid, su persona favorita, si bien recordaba, Kara mencionó que Servis habló muy mal de Rao saliendo de su apestosa boca que era un mortal como ellos, un hombre con poder más grande que cualquiera que se hizo llamar dios él mismo.

Sus conocimientos solo alcanzaban a después de la catástrofe. No sabía nada de los dioses ante de su nacimiento, jamás le llamó la atención adorar a la diosa Maferath, la diosa de la magia, o a Nocturnal por parte de su padre. Creía que eran seres divinos inventados por algún desesperado como lo hicieron con Dios y otras religiones humanas. Aún así, no caía en gracia. Nocturnal había estado vigilándola, a ella, a Kara... A Carol, velando su nacimiento desde antaño. ¿Para qué? No cuadraba que Rao y Nocturnal sólo quisieran a Carol como una adalid más que representara a las dos razas. Había algo más que no contaban ambos, un secreto que quería saber por las buenas... O por las malas.

— ¿Qué es esto, Lena?

La estatua de la diosa Maferath se alzaba frente a ella. Limpia, con regalos bajo sus pies como ofrenda; oro, cartas y joyas. Seis dioses, estatuas de ellos regadas por todo el continente. Volteó hacía Kara dedicándole una pequeña sonrisa.

— Esta es Maferath, la diosa de la magia, protege a quienes nacen con el don de la misma. — Señaló. — Mi madre le rezaba cada que podía, me enseñó a usar las plegarias para que escuchara nuestras palabras, nuestras promesas como a cualquier dios. — Comentó acercándose aún más a la escultura. — La llamaré con una plegaria... Veremos si me habla.

— ¿Rezarás a otro dios que no es Nocturnal? Eso es pecado. — Se preocupó la rubia.

— Kara, iremos a la isla de Nocturnal. Me preocupa dejar sola a Carol por una semana, así que pensé en que podría ayudarme en bendecir mi pueblo con protección por si alguna Gárgola se pasa de lista.

— Eso se lo puedes pedir a Nocturnal.

Lena negó.

— Nací con magia, debería también escucharme. — Demandó. — Además... Quisiera comprobar su existencia. — Kara le miró en desacuerdo. Habían recorrido por unas horas hasta llegar a la cima de la montaña, no podía simplemente negarse a la petición de su esposa, se preocupaba de que Nocturnal le castigara por ver a otro dios. — Necesito saber si mi madre está bien con ella.

Kara relajó su expresión facial. Dejó salir un leve suspiro.

— Está bien, sólo porque... Quieres saber de tu madre, Lena. Si mi madre perteneciera a otro manto haría lo mismo. —Confesó. — Adelante.

Lena jugó con sus manos nerviosa.

Se acercó lo suficiente a la estatua, se sentía demasiado estúpida por lo que iba a hacer. Se arrodilló, llevó una de sus manos a la roca fina, agachó su cabeza y cerró sus ojos intentando centrarse. Desde la mano que hacía contacto con la roca sintió una corriente eléctrica demasiado fuerte, frunció el ceño aguantando el dolor que le provocaba. Dolor interno más que externo.

Escuchó una queja en su cabeza, desde su interior albergaba odio probablemente Nocturnal quejándose de hacer contacto con otro dios.

" ¡Hey, tú no eres Lohse! " Escuchó la voz de una mujer dentro de su cabeza a lo que soltó un quejido abriendo los ojos. Su mano se quedó más que adherida a la roca, sin poder moverla. " Tú no eres mi adalid, loca chupasangre, ¿Qué quieres? ¿Poder para ascender? No me vengas con eso porque en este momento te hago cenizas. "

Lazos de Sangre [Supercorp]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora