Lo único bueno es que ya había terminado de ducharme, enrollé una toalla en mi cuerpo y abrí la puerta, tras ella se encontraba Mattheo, le miré completamente sorprendida. Él me miró de arriba abajo, con la boca abierta, como si babease y con los ojos, como si me estuviese comiendo con ellos. Chasqueé los dedos para que me mirase a la cara mientras le preguntaba si se había dejado algo, sacudió su cabeza, parecía que se hubiese transportado a otro universo. Me contestó que no se dejó nada y entonces le pregunté que por qué estaba allí.
—¿Has sido tú, verdad?
—¿De qué me hablas?
—Esas dos muertes, lo hiciste tú —esta vez lo afirmó.
—¿Por qué piensas eso, Mattheo? —pregunté confusa.
—No te hagas la loca, pude ver tu sonrisa al anunciar la desaparición de Hermione y lo poco que te ha importado que esté muerta. Además, días antes casi la matas, y aquí mismo me dijiste que igual deberían morir todos.
—Eres listo —dije sonriente.
—Tenía razón, lo has hecho.
—¿Por qué sonríes si hace días me hiciste prometerte que no dejase que la ira me controlase?
—Me pones muchísimo cuando eres mala, pero no cuando por serlo te pueden encerrar.
—¿Qué acabas de decir? —le sonreí con picardía.
—Que me pones muchísimo cuando eres mala.
—¿Entonces, te pongo muchísimo ahora mismo?
—Ni te lo imaginas.
Se pegó contra mí y empezó a besarme con desesperación, no pude evitar seguir ese beso. Cada beso provocaba en los dos más calor, le quité la camiseta y justo se calló mi toalla al suelo, él volvió a mirarme de arriba a abajo con deseo. Cogí su nuca y bruscamente lo atraje hacía mi para volver a besarnos, caminé hacia atrás hasta que mis piernas tocaron el colchón de mi cama y entonces él me tiró hacía ella. Caí tumbada y al instante se tiró encima de mí, pasó de besar mis labios a besar mis pechos, provocando que yo tirase mi cuello hacia atrás. Sentí sus dedos recorrer todo mi cuerpo y de pronto los puso entre mis piernas, me tensé al completo volvió a besar mis labios.
Introdujo un dedo dentro de mí y comenzó a moverlo hacia dentro y hacía fuera despacio, a los pocos segundos metió uno más y aumentó demasiado la velocidad, traté de aguantar mis gemidos, pero él quería escucharlos, cada vez iba más rápido hasta que no pude contenerme más.—Sí... así... —aparté mis labios de los suyos y empecé a gemir.
De pronto noté que el pelinegro empezó a bajar mientras iba besando mi cuerpo, llegó hasta donde se encontraba su mano y sin parar de mover esta, ni disminuir su velocidad, se puso a lamer mi clítoris excitándome todavía más.
—Mattheo... voy... voy a correrme —dije sin casi aliento.
—Mejor —dijo él para seguir lamiendo y besando mi clítoris.
Siguió dándome placer como si nada le importase, pronto me corrí en su boca, solté un fuerte gemido acompañando a mi orgasmo, eso hizo que él parase y me mirase, se lamió el labio inferior. Le sonreí y vi como bajaba de la cama, dejándome algo sorprendida y con ganas de más. Se quitó el pantalón junto con su ropa interior, vi su enorme erección, se puso un condón que sacó del bolsillo del pantalón y se lo puso en un instante, después se subió de nuevo sobre mí y seguimos besándonos. Me sentía desesperada por tenerlo dentro de mí cuando de pronto, sin avisarme, guio su punta hacia mi entrada y me penetró con fuerza haciendo que ambos gimiésemos con fuerza.
Sentía como entraba y salía lentamente, mis manos estaban en su espalda e inconscientemente le arañaba, eso no parecía molestarle en absoluto. Gemí en su cuello cuando se puso a empujar más profundo y más rápido, nuestros gemidos cada vez eran más seguidos y más fuertes.
Gemí su nombre y eso lo excitó aún más, provocando que su velocidad aumentase, podía escuchar su respiración cada vez más irregular. Mis piernas empezaron a temblar y de pronto me volví a correr mientras gemía una vez más su nombre y arqueaba mi espalda, a los pocos segundos él se corrió también y fue disminuyendo la velocidad hasta salir de dentro de mí y tumbarse a mi lado.
Se sacó el condón y lo lanzó al suelo, le advertí que eso lo limpiaría, después él por dejarlo en el suelo, él me miró mal pero accedió.

ESTÁS LEYENDO
VENGANZA
FanfictionNo todos tomamos buenas decisiones a lo largo de nuestra vida, más de una vez cometemos errores de esos que decimos "ojalá volver al pasado y cambiar eso" pero por desgracia para nosotros las máquinas del tiempo no se han inventado y la magia no ha...