6

32 4 0
                                    

Pasaron dos días y ya me había acostado con un chico de Ravenclaw, era un chico muy agradable y guapo, no me costó mucho llevármelo a la cama, el problema es que ahora venía detrás de mí pese a que yo lo mandase a la mierda. Tom me pidió perdón por actuar de esa manera, ahora estábamos bien. Y con Mattheo hablé las cosas, intenté pedirle perdón, pero insistió en que no me preocupase en absoluto porque no estaba enfadado conmigo.
George se había quitado de encima Gryffindor, y Fred, Hufflepuff. A los tres nos quedaban tan solo tres casas y debía ser rápida, quise seguir por Gryffindor, pensé que sería la más complicada, hasta que recordé la propuesta de Fred, no sabía si su gemelo nos lo permitiría, aunque conociéndolo seguro que hasta se reirá.
En la hora de comer me acerqué a los gemelos y le dije Fred que viniese a mi habitación por la tarde, mis amigos me miraban raro cuando volví, no me costó adivinar que era porque acababa de hablar con un Weasley y por quien era yo, debía odiarles.

—¿Qué le has dicho? —me preguntó Tom.

—Que viniese después a mi habitación.

—¿Para qué? —me miró con picardía Blaise.

—Para ayudarlo con una apuesta con su gemelo.

—¿Desde cuándo ayudas a un traidor a la sangre?

—Me cae bien, Draco, acéptalo.

—¿De qué se trata la apuesta?

—¿Por qué me hacéis un interrogatorio? Que yo sepa no tengo que darle explicaciones a nadie sobre lo que hago.

—Que borde —comentó por primera vez Mattheo—. Me gusta —sonrió.

Solté una pequeña risa y empezamos a hablar de otras cosas. Ellos no sabían nada de la apuesta, no me apetecía explicárselo a ninguno y tampoco lo veía necesario, era algo mío y de los gemelos. Además, tenía la sensación de que eso no le gustaría nada a Tom, pero no sabía el porqué de esa sensación. Después de ello me fui a mi habitación y esperé a que mi invitado llegase. Media hora más tarde sonaron golpes en la puerta, se formó una sonrisa en mi rostro y fui a abrir la puerta.

—¿Qué querías?

Lo cogí por la parte del cuello de la túnica y lo atraje hasta dentro de mi habitación, una vez cerrada la puerta empecé a besarle, me siguió el beso pese a quedar completamente sorprendido. El beso era cada vez más intenso, conseguí sacarle la túnica de encima y lo lancé a la cama, me subí sobre él y poco a poco fui desabrochando los botones de su camisa blanca hasta que su abdomen, completamente marcado, quedó al descubierto. Me quitó la camisa que llevaba, me separé de él para que ambos pudiésemos quitarnos los pantalones. Una vez en ropa interior se me quedó mirando, sus ojos me miraban con deseo y esa sonrisa burlona permanecía en su rostro, me quitó el sujetador mientras nos besábamos y empezó a masajearlos y apretarlos provocando que soltase pequeños gemidos. Le quité lo único que quedaba, dejando al descubierto su enorme erección y después me quité yo el tanga, antes de volver a ponerme sobre él le lancé un condón del cajón de mi ropa interior, se lo puso rápido como si nos faltase tiempo. Una vez sobre él bajé, noté como entró dentro de mí y ambos soltamos un pequeño gemido, empecé a dar pequeños saltitos mientras sus manos apretaban mis caderas.
Cada vez iba más rápido y fuerte, gemía y juraría que eso a él le ponía todavía más. De repente su mano derecha empezó a moverse, acariciando mi cuerpo en recorrido hasta uno de mis pechos, volvió a masajearlo y apretarlo como si le fuese la vida en ello, eso hizo que me sintiese más excitada, no pude evitar moverme cada vez más, sentía que me quedaba poco y así era, en cuestión de segundos tuve mi primer orgasmo y al momento él se corrió.

Me tumbé a su lado, ambos completamente complacidos y satisfechos.

—Pensé que me presentarías a alguna Slytherin —comentó él.

—¿Hubieses preferido eso?

—Para nada, si no me lancé directamente el primer día fue porque pensaba que tenías novio.

—Pues ya ves que no, y ahora solo nos quedan dos casas.

—Bueno, no me negaría a repetir una de las casas siempre y cuando seas tú con la que me acueste —ambos reímos.

—A mí desde luego tampoco.

—No te imaginaba una chica dominante.

—Ya no me conoces, Fred Weasley. No soy la misma de antes.

Me levanté para vestirme y él hizo lo mismo, me confesó que tenía un cuerpo increíble y que eso tampoco se lo había imaginado jamás. Una vez vestidos se despidió de mí dándome un beso en los labios y se marchó, eso me sorprendió muchísimo, sin embargo, preferí no darle importancia, sabía que solo era una despedida, nada que se fuese a repetir. Iba a salir cuando me topé con la cara sonriente de Blaise justo tras la puerta, di un salto por el susto y él me llevó dentro sin preguntarme. Me sentó en la cama y esperé a que dijese algo, puesto que su cara de emoción decía que tenía alguna cosa que contarme o que se había enterado de algo que yo no le conté, solo esperaba que no fuese nada sobre la noche que dormí con Tom.

—¿Acabas de acostarte con Fred Weasley?

—¿Qué?, no —mentí.

—Se escuchaban los gemidos perfectamente y lo acabo de ver salir de aquí.

—¿Entonces por qué me preguntas que si me he acostado con él?

—¿Por qué Fred Weasley?

—¿Sinceramente? —asintió mirándome como si acabase de preguntar la mayor tontería del mundo—. He hecho una apuesta con los gemelos, ganará el primero que se acueste con una persona de cada casa y decidí que de Gryffindor fuese Fred.

—¡¿Una apuesta?!

—Si, aunque me habría acostado con ese chico sin apuesta de por medio.

—¿Y qué casas te quedan? —preguntó con entusiasmo.

—Hufflepuff y Slytherin.

—¿Slytherin? ¿Quién será el afortunado?

—Todavía no lo sé.

—¿No?, pensé que dirías Tom.

—¿Por qué todos pensáis así de Tom y yo? —cuestioné algo cansada del tema.

—Porque es obvio que tenéis una conexión diferente a la del resto.

—Pues yo no noto nada de eso, es mi amigo y no hay más allá de eso.

—Eso es lo que se ve de dentro, pero de fuera, nos hemos dado cuenta todos.

Cambié de tema, no me apetecía hablar más sobre ello. Pasamos hablando un buen rato, sin darnos cuenta ya era de noche, me di cuenta de que solo quedaban unos veinte minutos para que sonase la alarma avisando que bagásemos a cenar, me metí corriendo en la ducha y dejé la puerta del baño abierto para poder seguir hablando con Blaise. No me preocupaba en absoluto que me viese desnuda, era como mi amigo gay, no lo era, pero nuestra amistad estaba mucho más allá que lo que pueda conseguir un calentón. De hecho, él me lo confesó, "debes estar buenísima, pero si te viese desnuda no me pondría nada", somos como hermanos. Salí del baño ya vestida, peinándome el pelo, ya que me lo acababa de secar. Una vez terminé al completo, Blaise me dijo que primero quería decirme algo.

—¿No has tenido toda la tarde? —me reí.

—Idiota, no lo he pensado hasta ahora.

—Vale, dime.

—Qué tú no sientas nada por Tom, no quiere decir que él tampoco lo sienta por ti, no puedo asegurarlo, aun así, todos lo pensamos. Puede que esté enfadado si ha escuchado lo mismo que yo.

Le miré confusa y asentí, no tenía nada que decir al respecto y yo pensaba que eso era una completa tontería, ni él ni yo sentíamos nada, no importaba las veces que insistiese el resto. Bajamos a cenar y me senté junto a Tom, como bien acerté, no estaba nada enfadado conmigo y eso era porque le daba igual lo que yo hiciese con mi vida, no éramos nada y no le gustaba. Al terminar la cena caí en la cuenta que al día siguiente era sábado y teníamos reunión con los mortífagos, no tenía ningunas ganas, pero me calmaba el contar con mis amigos apoyándome.

VENGANZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora