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—Venga ya, estás deseando dormir conmigo —dijo con total egocentrismo.

—Ya quisieras, Tom Ryddle.

—¿Y por qué sigues aquí si no?

—Aún no me he despedido, y sé de alguien que si no lo hago se enfadará.

—¿Y si ese alguien no quiere que te despidas? —me quedé atónita ante lo que acababa de decir—. No he dicho que lo quiera, solo es una pregunta.

—Si ese alguien no quiere que me despida, en ese caso debería quedarme, ¿no? —contesté su pregunta.

—Sí, pero solo si tú tampoco quieres despedirte.

—Tal vez yo tampoco quiero despedirme —ambos sonreímos.

—Anda vete, antes de que piense cosas que no son.

—Me alegra volver a tener esta relación contigo.

—¿A qué te refieres?

—Desde que te enfadaste no hemos vuelto a tener conversaciones de este tipo, fingiendo que nos gustamos.

—¿Fingiendo? Los dos sabemos que estás enamorada de mí.

—Qué creído te lo tienes.

—Pero no me lo has negado —me sonrió con picardía.

—Me voy, nos vemos mañana.

—Adiós, preciosa.

Besé su mejilla y me marché a mi cuarto, realmente si había echado de menos esa relación, ese vínculo que tenía con él, nuestras conversaciones que eran únicamente nuestras. Desde que empecé a formar parte de ese grupo, el primero con quien mejor me llevé era Tom, a quien más confianza le tuve desde el primer momento, hubo algo que me hizo sentir que lo conocía de toda una vida y que podía estar tranquila siempre que él estuviese junto a mí. Creo que jamás podría soportar perder la amistad que tenía con él, sería un golpe muy duro para mí, a veces hasta me confundía y no sabía si lo que quería con él era una amistad o una relación, me asustaban esos pensamientos, pero al día siguiente todo volvía a la normalidad y mi cabeza ya mostraba todas sus ideas claras, él solo era mi amigo, ninguno de los dos sentía nada más que eso ni lo sentiríamos nunca. Solo eran ideas repentinas.

El día después tenía el funeral de Ron, seguí pensando que era una mala idea y aún más sabiendo que Hermione no estaría allí y de eso probablemente también se me culpó. Solo deseaba con todas mis fuerzas que nadie le hubiese metido en la cabeza a los padres Weasley que fui yo quien mató a su hijo, y de ser así, esperaba que Fred y George me defendiesen, ya que eran los únicos que creían en mí.
Les expliqué a mis amigos que después de comer me iría y el porqué, noté una gran alegría por parte de Pansy y lo poco que le gustó oír eso a Tom. Los demás me dijeron que si necesitaba que me acompañasen o me viniesen a buscar, a ambas cosas me negué, podía ir sola y por mis visitas a casa de los Weasley para ver a Ron y algunas veces también a Harry, me sabía el camino desde la estación hasta su casa, el viaje sería lo más sencillo de todo ese día.
Al dar la hora me subí a ese tren y horas más tarde ya me encontraba caminando hacia la casa. Ya allí piqué a la puerta con la esperanza de que todo fuese bien, por suerte quien me abrió fue Fred, le abracé con fuerza y me invitó a entrar, me explicó que todos estaban reunidos en la cocina, pero que aún quedaban bastantes personas por venir. Al entrar pude notar en los ojos de todos que se pasaron el día llorando, sin embargo, ahora estaban sonriendo, intentando llevar la situación de la mejor manera posible y sin derrumbarse a cada momento. Todos me observaron sorprendidos, parecer Fred no avisó de que estaba invitada.

—Yo... siento mucho lo sucedido —dije tímida.

—¡Qué lo sientes?! —gritó Harry.

—Harry, no es ni el día, ni el lugar —regañó Molly—. Me alegra verte de nuevo, t/n, estás más delgada —le sonreí.

—¿Crees que de haber sido ella estaría aquí? —me defendió Fred—. No hagas falsas acusaciones sin pruebas.

—Gracias —le susurré.

Poco a poco empezaron a llegar los demás, entre ellos algún profesor, pero con quien me quedé completamente parada por su llegada, o más bien porque estuviese vivo, fue Sirius Black. Según lo que tenía entendido por los mortífagos, era que Bellatrix lo mató, no recordaba exactamente si en la batalla o algún tiempo antes, de todos modos, se suponía que debía estar muerto, pero ahí estaba, vivo y frente a mí. Al estar ya todos, la ceremonia empezó, me pegué a Fred durante toda la tarde, no penaba dejarle solo ni un solo segundo. Le di la mano, entrelazando nuestros dedos y apoyé mi cabeza en su hombro, él empezó a llorar, al igual que toda la familia y Harry, escuchar como lloraba provocó que apretase más su mano. Lo enterrarían en su mismo jardín, el cuerpo tieso de Ron estaba dentro de un ataúd, junto a un agujero en el suelo que, claramente, era donde lo meterían más tarde. Al terminar cerraron su ataúd y con magia lo introdujeron en el hoyo, para al instante taparlo completamente con tierra, en ese momento abracé a Fred, apoyándome en su pecho, él me abrazaba como si no le quedase fuerza y aún llorando, jamás podría haber imaginado a ninguno de los gemelos llorar de esa manera y por eso mismo la imagen de aquella tarde nunca se me esfumaría de la mente, se me quedó clavada para el resto de la vida.
Todos volvimos dentro, yo seguí a Fred hasta la habitación que compartía con George y ambos nos sentamos en su cama. Me agradeció mi presencia en ese día aún llorando y probablemente con un nudo en la garganta.

—No me des las gracias, Fred. Estaré a tu lado siempre que me necesites.

—Hoy Harry les ha contado a todos que fuiste tú —cambió de tema—, mamá, te ha defendido porque no tenía pruebas. Siempre le caíste bien.

—A mí ella también me cayó bien siempre, me trató como a una más de la familia.

—Es que para ella lo eres, igual que para mi padre o para George.

—¿Y qué hay de ti?

—No puedo sentirte como una hermana después de lo que hicimos —ambos nos reímos, limpié las pocas lágrimas que quedaban en su rostro.

—Tienes una sonrisa increíble.

Pasaron las horas, cené con toda la familia y con Harry, al ver que Fred y George estaban bastante mejor, o al menos eso hacían creer a los demás, decidí marcharme. Molly, Fred y George trataron de convencerme para que me quedase, pero después de tanto insistir, seguí manteniéndome con un no, les comenté que la mañana siguiente debía ir a casa por una urgencia, en cierto modo no era mentira, puesto que les mandaría una carta a todos los mortífagos para reunirnos.
Llegué sobre las once al colegio y me fui directa a mi cuarto, al entrar vi a todos mis amigos allí metidos, algunos sobre la cama, y otros sentados en el suelo. Me paré en seco y ellos me miraron, parecían preocupados por algo.

—¿Qué hacéis aquí?

—Tenemos algo que contarte, t/n —dijo Draco.

—¿Y no podíais esperar a mañana?

—No, tiene que ser cuanto antes.

—¿Qué hace ella aquí? ¿No se supone que me odia?

—Me han hecho entrar en razón, no puedo odiarte por dar tu opinión —respondió Pansy.

—Genial, me alegra que volvamos a ser amigas —le sonreí—. Ahora id al grano, me quiero duchar.

—Dumbledore nos ha vuelto a dar una noticia hoy —comenzó Blaise.

—Justo mientras cenábamos.

—¿Ya han encontrado a la sangre sucia?

—Si, el problema es que... —guardó silencio, supuse que no sabía como terminar la frase.

—Blaise, arranca.

—La han encontrado muerta en mitad de uno de los pasillos —soltó Tom tranquilo.

—¿Otra muerte?

—Sí, es raro, ¿no, t/n? —preguntó Mattheo de una manera extraña.

—Demasiado. Y ahora fuera todos, me quiero duchar.

—¿No piensas hacer nada? —preguntó Pansy.

—¿Y qué se supone que debo hacer? Seguimos sin saber quien ha sido.

—Tenemos que preguntarle a los mortífagos.

—Draco, no sabemos si han sido ellos y si fuese cierto, si me ha desobedecido, ¿qué os hace pensar que me lo dirán? No lo harán.

—Eso es cierto, ningún mortífago es tan idiota como para delatarse, sabiendo que lo más probable es que muera —comentó Tom.

—¿Y quién habrá sido si no? —cuestionó Blaise.

—Buena pregunta. ¿Podéis iros ya?

Me despedí de ellos y los saqué de la habitación para poder ducharme tranquila, de pronto sonó la puerta del baño y mi tranquilidad se esfumó.

VENGANZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora