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Ya era el gran momento, los mortífagos debían estar ya por allí escondidos, mis amigos estaban sacando a todo el mundo, tanto alumnos como profesores, fuera, donde sería el gran momento. Yo me encontraba en mi cuarto, con Harry aún atado en la cama.

—¿Nervioso, Potter? Me he enterado de que estará presente el amor de tu vida, Ginny Weasley.

—No puede ser, ella sigue en casa.

—No exactamente, han empezado a venir muchos estudiantes, al parecer mañana empiezan las clases de nuevo. Bueno, la cosa cambiará cuando te mate —me reí.

—Déjame pedirte solo una cosa, solo una, como último deseo antes de morir.

—Dime —dije curiosa.

—No permitas que ella vea como muero, no lo hagas.

—Pero qué romántico —me burlé.

—T/n, ha sufrido demasiado, es lo único que te pido —me suplicó.

—¿Qué te hace pensar que haría eso por ti? ¿O por ella?

—Maté a tu padre, pero al menos no lo viste. Concédeme eso, solamente eso, por favor.

La puerta sonó y tras ella apareció Tom, me comunicó que todos estaban fuera y que podía salir en cuanto quisiese. Le pregunté que si los gemelos estaban en un lugar en el que no pudiesen salir, él me dijo que no estaba seguro porque no vio a Blaise en todo el rato desde que salieron del cuarto, pero que de todos modos hablábamos de Blaise, siendo él era mucho más que probable que los hubiesen hasta dormido.

—Hazme un favor más, por favor.

—Claro, dime.

—Necesito que le digas a Blaise que llevé a Ginny al mismo lugar que a sus hermanos.

—¿Por qué? —interrogó sorprendido.

—Cuando mate a Harry, ella pasará a ser la persona viva a quien más odie de todo el mundo, tanto el mundo mágico como el de los muggles, pero eso no quiere decir que se merezca ver como la persona a la que ama es asesinada, ya ha sufrido demasiado.

Se marchó de nuevo, dejándonos otra vez a Potter y a mí solos, me dio las gracias como si acabase de salvar su vida y le dejé bien claro que no lo hacía por él, porque lo que él me pidiera no me importaba en absoluto, que lo hacía por ella porque era cierto que ya había sufrido demasiado y esto tal vez sería demasiado para una niña que realmente, era pequeña.

Pasados exactamente cinco minutos liberé a Harry de la cama y al momento lo volví a atar, esta vez solo de pies y manos, pero no a ningún objeto. Le advertí que si decía algo que no debía, es decir, si contaba que yo fui quien asesinó a Ron, Hermione y Sirius, haría que me trajesen a su queridísima novia y la mataría frente a él para después dejarlo vivir con todo el sufrimiento. Me subí a la escoba e hice un hechizo para que él flotase en el aire junto a mí.

—¿Preparado? —sonreí con malicia, pero él me ignoró al completo—. Me lo tomaré como un sí.

Lo llevé volando hasta donde nos esperaban todos, no bajé en ningún momento porque sabía que eso era una pésima idea. Desde lo alto podía ver a algunos de los mortífagos que se escondían, sonreí al verles y al instante disimulé para que nadie llevase su mirada hacia donde estaban mis ojos y descubrirlos. Instantáneamente, mi mirada se clavó en toda esa multitud, había más personas de las que pensé que habría y eso me encantaba, cuanto más espectadores más divertido era. Varios profesores me preguntaron por qué estaba allí con Harry, me rogaban que bajase despacio y yo simplemente pasaba de ellos, como si no pudiese escucharlos. Después de tanto murmullo comencé a hablar y todos me escucharon atentos.

—Como todos sabréis, hace poco más de dos meses hubo una batalla, una en la que mi padre Gellert Grinderwal fue asesinado a manos de la persona a quien tengo a mi lado, el niño que sobrevivió, por desgracia. Hoy, estoy aquí no solo para vengar la única familia que me quedaba, también para vengar al señor oscuro, Lord Voldemort y al resto de mortífagos que fueron asesinados a manos de él. Y también por todas aquellas personas que murieron en esa misma batalla por defender a un simple chico.

—Si lo matas, esas personas que dieron su vida habrán muerto en vano —comentó uno de los presentes.

—Es cierto, entonces por ellos no —me reí—. El día que nació Potter y Voldemort le lanzó un "Avada Kedavra", debió morir, tal vez de este modo esas personas seguirían vivas, mi padre, seguiría vivo, pero por desgracia para todos, él sobrevivió a un hechizo al que nadie había sobrevivido antes y por ello, muchas personas murieron.

—¿Mataste también a sus amigos y a Sirius?

—Para nada, no me agradaban demasiado, al igual que él —hice referencia a Potter—, pero yo no los maté. Mi única venganza y la primera y última persona a la que le quitaré la vida, será a Harry —estas palabras provocaron que a quien tenía al lado me mirase con una rabia infinita, sin embargo, hizo lo correcto porque no dijo absolutamente nada.

De pronto vi entre todas aquellas personas al director, él estaba sacando su varita del bolsillo de su túnica, en el momento en que iba a apuntarme con ella yo le lancé un "expelliarmus" haciendo que su varita cayese al suelo. Inmediatamente, mis amigos se pusieron a vigilar a los profesores sin que se diesen cuenta, a todos salvo a Snape, ya que era un mortífago al igual que nosotros, aunque había algo extraño en sus ojos, estaba... ¿Preocupado? Solo esperaba que no fuese por Harry.

—¡No lo hagas! ¡Irás a Azkaban y no creo que sea lo que quieres! —habló por primera vez Dumbledore—. Solo tienes dieciséis años, eres demasiado joven para todo esto, imagino todo lo que has debido sufrir, pero-

—¡TÚ NO SABES UNA MIERDA! —le interrumpí furiosa—. ¡Tengo dieciséis años y soy huérfana por culpa suya! ¡Nadie, absolutamente nadie lo detuvo cuando apuntó a mi padre con su varita y lo asesinó! —las lágrimas amenazaban con salir, pero debía mantenerme fuerte—. ¡Nadie más que yo puedo imaginar mi dolor!

—¿De verdad estás dispuesta a ir a Azkaban por vengar la muerte de alguien que ya no está aquí? —pregunto alguien, no supe quién porque de haberlo sabido lo habría torturado a crucios en ese instante.

Sentí esas palabras como un puñal clavado en mi pecho, era cierto, mi padre ya no estaba, pero eso no quería decir que no siguiese en mi mente, en mi corazón. No sabía donde permanecía el alma de mi padre en ese momento, pero fuese donde fuese, yo le seguía queriendo con toda mi alma y aún me dolía su muerte como el primer día, eso nadie iba a cambiarlo, ni siquiera se esfumaría ese dolor matando al responsable de que ahora yo fuese huérfana, de todos modos, eso no me detendría. Desde el segundo en el que apareció Maddy para contarme lo que había pasado, supe que yo vengaría su muerte, que mataría al responsable, incluso si mi castigo por ello fuese la muerte, lo haría sin mirar atrás y ese deseo, eso que tan planeado tenía ya no lo pararía por nada del mundo.

VENGANZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora