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—Te llevaré al sillón, ahí podrás dormir mejor.—Lo ánimo a levantarse, él hace un sonido de molestia pero aún así se pone de pie.

Veo su rostro esta pálido y sudoroso, sus ojos rojos con unas bolsas negras apenas visibles, el amor a veces te hace perderte a ti mismo.

Rodeo su cintura con mi brazo para poder guiarlo mejor, me tenso al sentir su costado pegarse al mío y sostener con mas fuerza mi mano.

—Vamos.—Comenzamos a caminar, él no me deja por completo su peso pero aún así son lentos y pesados sus pasos.

Lo ayudo a bajar al segundo nivel para estar dentro de la sala, lo guío al sofá más grande y él tarda un poco de tiempo antes de dejarse caer boca arriba, cubre parte de su cara con su brazo y veo como poco a poco su respiración se vuelve más lenta.

Visualizo el anillo dorado de su mano izquierda que está encima de su pecho desnudo antes de retroceder e ir a buscar un botiquín.

Encuentro uno en la cocina y regreso a donde lo dejé, Trece sigue durmiendo con bastante tranquilidad, tomo algunas cosas de la caja y después con cuidado una de las manos tatuadas para después seguir con la otra dejándolas al terminar en su lugar.

Resoplo bajo dándole un último vistazo al cuerpo de Clapton, tiene tatuajes en gran parte de su torso y algunos apenas son visibles saliendo de su pantalonera deportiva, aprieto mis labios, tomo una cobija delgada del respaldo y lo cubro, me giro para ir a guardar el botiquín donde estaba.

No tolero ver sangre.

Pero tampoco podía dejar que se infectaran sus heridas, se veía bastante desbastado y solo fue empatía.

Después de limpiar en silencio el desastre de vidrios y los pedazos de la madera, decido tomar agua antes de ir a mi habitación, recargo mi espalda baja en un mueble y bebo lentamente.

—Buenos días, señora.—Me sobresalto al escuchar la gentil voz femenina, giro mi rostro encontrando a una mujer un poco mayor y ella me sonríe de forma amable.

—Buenos días...—Respondo un poco confundida e imito su gesto de una forma más discreta, ¿tan tarde era?

—Creo qué hay mucho que limpiar.—Dice de forma tranquila las bolsas negras donde tire los destrozos de Trece.—Posiblemente hay más, así que tengo que darme prisa.—Frunzo mi ceño por su comentario y veo como toma sus cosas de limpieza.

—No se preocupe ya me encargué.—Respondo y ella gira su rostro con sorpresa.

—No tenía que hacerlo, señora.—Titubea y yo niego mostrándole una pequeña sonrisa, ella se queda quieta y yo sigo bebiendo de mi botella de agua.—¿No hubo más destrozos?—Pregunta apenas audible para nosotras, yo me espero recordando y vuelvo a negar.

—No lo creo.—Me abrazo a mi misma y fijo mis ojos en las bolsas negras.

—Últimamente dejaba la casa con muchos daños.—Susurra con preocupación y yo la miro de reojo.—Discúlpeme.—Dice nerviosa, y yo asiento.

—No se preocupe, si quiere regrese mañana, yo hablaré con él.—Ella me mira un poco asustada.—Tómese el día, no se le descontará.—Elevo un poco mi comisura antes de depositar la botella vacía en el basurero metálico.

—Gracias, señora.—Me sonríe un poco, niego antes de caminar hacia la salida.

♠️♣️♠️♣️

Lleno el vaso segundo vaso de licuado de frutos rojos dejándolo en la isla de la cocina.

—Desconozco como cocinar tus comidas exóticas, así que te compartiré de lo que suelo almorzar.—Digo sin elevar mis ojos al marco de la cocina.

CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora