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—Evítate tus comentarios...—Digo entre dientes, sentía un revoltijo en mi estómago al escucharla decir aquello, imposible, ella eleva su comisura haciéndome recordar a las sonrisas siniestras de Trece.

—No te enojes, cuñada, ¿no has visto fotografías de Dun cuando era niño?—Frunzo mi ceño y hago un gesto por la molestia que me causan sus comentarios incoherentes, ella suelta una delicada risa perversa.

Señorita Eider, tenemos que irnos.—Miro de reojo al hombre que claramente es de seguridad, tiene una larga cicatriz en su ojo izquierdo, su cabello castaño oscuro en una cola de caballo y unos brillantes ojos grisáceos, pero él es realmente intimidante.

—Ya conocí a mi nuevo sobrino y a mi cuñada.—Regreso mi mirada a la dueña de aquella melodiosa voz.—Puedes estar tranquila, cuñada, los estaré cuidado.—La miro con desconfianza y confundida, ella retrocede.—Saluda a Dun de mi parte.—Me muestra una pequeña sonrisa antes de girarse y comenzar a caminar a la salida.

El hombre la sigue a solo unos pasos detrás de ella, observo incrédula a la delicada chica de cabello corto, vestido rosa pálido ajustado a su delgada figura, un abrigo blanco cubriendo colgando de sus hombros y unos altos tacones rosas, una bella apariencia, pero un aura siniestra la rodea.

Ella gira su rostro, sigo la dirección de su mirada y la encuentro mirando hacia donde está Adam y Tyron, me mantengo alerta hasta que abandona el lugar.

Comienzo a caminar hacia donde está el hombre rubio y el niño de rizos rojizos, Adam deja de hablar con Tyron cuando siente mi presencia llegar y se gira a verme.

—¿Todo bien?—Pregunta frunciendo su ceño al ver mi rostro, cruzo mis brazos en mi abdomen y asiento levemente.

No hay ni una fotografía en la propiedad Clapton.

—Mi madre me marcó nos invitó a comer, ¿quieres ir?—Parpadeo algunas veces saliendo de mis pensamiento, y asiento con una pequeña sonrisa.

—Me encantaría conocer a tus padres.—Respondo con una voz menos tensa, Adam me muestra una gigante sonrisa y su mirada brilla de emoción.

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—Muchas gracias por la invitación.—Vuelvo a decir a la mujer de corto cabello rubio, ella me muestra una sincera sonrisa y niega.

—Son bienvenidos siempre.—Su mirada baja al niño que está a mi lado el cual observa con alegría al oso que le regaló la mamá de Adam.—Le tejeré nuevos trajes a Tobby.—Le dice al niño con una dulce voz, este eleva su mirada y veo un gran brillo aparecer en su mirada.

—¿En serio?—Pregunta incrédulo y ella asiente soltando una pequeña risa.

—Los tendré listos para cuando nos visites de nuevo, Tyron.—Le responde, el niño asiente con emoción y vuelve su atención al oso que nombró el niño como Tobby.

Me causa nostalgia esta escena, Tyron nunca había sentido esa amabilidad por parte de mis padres, mientras que los de Adam le dieron demasiada atención, la cual mis padres me negaron por su origen.

Los tres nos despedimos de los padres de Adam, el hombre cabello canoso choca su palma con la de Tyron y le dice que regrese pronto, veo como mi amigo se despide con entusiasmo de ellos y yo veo aquella escena, no le tenía envidia, pero si hubiera querido sentir ese amor paterno sincero.

Subimos al auto de Adam, él comienza a manejar aún moviendo su mano en el aire por la ventana hacia sus padres hasta que salimos de la cuadra, veo por el retrovisor los autos negros que nos vigilan de forma cautelosa y resoplo muy bajo.

CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora