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-Gleen, tiene como yerno al director de una reconocida marca de autos, se casaron este año y en.....-Mis oídos dejan de escuchar los relatos sin sentido de mi madre, papá imita mi acción mirando algo en su celular.

La popularidad en las cafeterías de mi padre aumentaron, el grano de café es una delicia y el abuelo lo ayuda a cosechar, el empeño que pone para que sea de gran calidad me sorprendió estos años al vivir con ellos, y me contagió esa adicción por la cafeína.

-Me mostró fotos, es un espectacular lugar y parece sacado de un cuento de hadas.-Recargo mi frente en la ventanilla, asfixiada por la conversación de mi madre.

El nombre de las cafeterías llegó a oídos de más empresas, y mi madre ya cree estar en aquel estatus social, por eso quiere asistir a todos los eventos más importantes del lugar.

-Ida, mañana me acompañaras a la reunión.-Habla papá, interrumpiendo la voz de su esposa y dejándola pensativa ante aquello.

-¿Y por qué tendría que ir ella?-Pregunta sin medir su desagradable tono.

-Porque digo yo, es momento de que conozca más sobre lo que un futuro ella tendrá en sus manos.-Responde en el mismo tono sin siquiera mirarla.

-Ella debe de ir a unas clases de modales que la inscribí.-Veo de reojo como mi padre eleva su vista hacia ella.

-¿Y ahí le enseñarán a cómo organizar las toneladas de granos en un año?, o ¿cómo aumentar las ventas?-Dice de forma irónica, mamá eleva con delicadeza una de sus rojizas cejas.

-Todo pasará a mis manos.-Suelta repentinamente, papá suelta una seca risa.

-No serás eterna, y Jaidan no irá a tus ridiculeces. -Recalca por última vez antes de volver a encender su celular e ignorarla.

La incomodidad en el auto aumenta, mi madre me mira algunos segundos antes de volver su neutro rostro al frente y yo guío mi mirada al oscuro camino, el señor que va en el volante parece acostumbrado a estas vergonzosas discusiones.

♠️♦️♠️♦️

Paso mis manos por la floja falda de mezclilla, y acomodo mejor mi pequeña mochila marrón en mi hombro antes de ver por última vez el exagerado vestuario que mi madre dejó más temprano, un ajustado vestido blanco y unos altos tacones rojos, sacudo mi cabeza.

Sé que al ver mi vestuario querrá arrancarme la cabeza, pero no puedo pretender ser alguien que no era, ella podrá vestirse con las más costosas prendas, pero jamás podrá ocultar que viene de una granja.

Salgo de la amplia y glamorosa habitación, sigo el camino observando la extraña decoración que colocó mi madre en las paredes e intentando encontrarle sentido.

Deslizo mi mano por la brillante madera de las escaleras y bajo los escalones con lentitud, no hay ningún ruido en la casa.

-¿Qué son esos trapos, Jaidan?-Cierro mis ojos con fuerza, tanto silencio era demasiado bonito.

-Es ropa cómoda.-Me limito a responder girando mi rostro hacia el comedor, ella lleva su pequeña taza de té y bebe con lentitud sin dejar de visualizar mi vestimenta.

Guío mis ojos al niño que almuerza a unos asientos alejados de ella, rizado cabello castaño rojizo, su tono de piel es un poco más bronceada, y unos grandes ojos azules.

-No irás a ayudar con animales salvajes y apestosos. -Suelta al verme caminar hacia el comedor, lo rodeo ignorando aquel común comentario suyo y me coloco de cuclillas a un lado de Tyron.

-Hola, cariño, ¿cómo amaneciste?-Pregunto haciendo el ademán de acercar mi mano a un mechón de su oreja, pero él se aleja y aquello no me molesta, sé que aún soy una completa desconocida para él.

-Ida, hora de irnos.-Escucho la relajada voz de papá haciendo eco en el silencioso comedor.

-¿Quieres ir con nosotros?-Sus claros ojos me miran de reojo con interés por aquella propuesta.

-No, tiene clase de piano y después sus clases privadas.-Interrumpe mi madre, él no hace ningún gesto y sigue comiendo su ensalada de fruta.

Sin darme cuenta mi mano estaba cerrada en mi muslo, sé lo que planea hacer con Tyron y aquello me desagrada, giro mi cabeza buscando la autorización de papá, pero él ladea su cabeza y se gira alejándose del comedor.

Mi quijada está completamente tensa, me coloco de pie y miro algunos segundos el perfil serio de aquella mujer que está viendo una revista online en su tablet, niego levemente antes de ir por el mismo camino que papá.

-Jaidan, quítate tan siquiera esos horribles anteojos.-Es su último comentario antes de que me aleje de aquel lugar.

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Tomo con delicadeza la página del libro y la giro, mi padre tiene otros asuntos con unos señores antes de pasar a la reunión, me indicó que estaré en una esquina de la oficina como espectadora.

Suspiro antes de beber un poco de mi taza con café oscuro, mi piel repentinamente se eriza y elevo mi mirada con disimulo veo alrededor pero el timbre de mi celular me sorprende.

Es la alarma que programe diez minutos antes de la reunión, guardo el libro en mi bolso junto con mi celular después de apagar aquel tintineo, saboreo lo último de mi taza y me coloco de pie, guío mis pasos al elevador del lugar estamos en una empresa asociada con papá, investigue lo necesario la noche anterior.

Hago un gesto al ver como el elevador comienza a llenarse, decido esperar, pero siento como empujan mi cuerpo obligándome a entrar y ser asfixiada por cuerpos masculinos, es una empresa con más empleados hombres, machista en todos los sentidos.

Me tenso al sentir una mano recorrer mi muslo con encima de la tela de mezclilla, detengo aquella acción golpeando con fuerza la rellena mano e intento moverme pero solo logro que otra mano roce mi cintura, asqueada de aquellas acciones decido poner un alto pero algo toma mi muñeca.

-Háganse a un maldito lado.-Espeta una ronca y hostil voz antes de guiarme a una esquina del elevador.

Aprieto mis labios al sentir como me recarga contra el frío metal, pienso en que también hará algo contra mi, pero para mi sorpresa y un poco de alivio mantiene su cuerpo alejado del mío, haciendo una clase de escudo.

Poco a poco elevo mi vista analizando su elegante traje, después un pálido cuello cubierto de siniestros dibujos junto un número "13" en distintos lugares y tamaños, su barbilla limpia sin ningún rastro de barba, labios gruesos y rojizos, una pequeña y respingada nariz, finalmente sus ojos cafés oscuro, pauso mi respiración y siento mi cuerpo soltar algunos pequeños temblores al reconocerlo.

El tiempo se hace eterno para mi, oculto lo mejor que puedo mi horror hacia él y giro mi rostro a otra dirección así como él lo hace, el último timbre del elevador me hace soltar por impulso todo el aire que llevaba contenido sin darme cuenta, veo de reojo el rostro de aquel hombre y me quedo más estática al ver su mirada fija en mi rostro.

El lugar comienza a vaciarse y él no se mueve hasta que el último salga, un mal presentimiento llena mi interior al pensar que si me vio anoche oculta detrás de aquel jarrón, su expresión es indiferente y alejo mi mirada de él, por fin se aleja.

-Pensé que sabías ocultarte mejor.-Su voz es más lenta y ronca, abandona el elevador dejándome con el corazón golpeando fuertemente mi pecho.

Escucho como las puertas del elevador comienzan a cerrarse y es cuando reacciono, coloco mi mano abriéndolas de nuevo y salgo, son diferentes pasillos, pero ya sé cuál tomar y me arrepiento al verlo recargado en una pared de vidrio hablando por teléfono y mi padre en ningún lado.

Aprieto mi bolso con fuerza contra mi pecho y tomo lo que queda de mi valentía para comenzar a caminar, mantengo mi vista al frente, repito una y otra vez en mi cabeza, no lo mires, pero su voz guía mi mirada a él.

-Cultivamos calidad, si no la quiere me importa una mierda.-Suelta de forma relajada, sigo mirándolo, pero él me ignora completamente hasta que lo paso.

CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora