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-¿Ida?-Escucho mi nombre muy lejano, pero el tacto de papá en mi mano fría me hace reaccionar, veo su expresión tensa al él reconocer la mía.-Creo que es mejor subir.-Aclara su garganta y mira hacia el señor.

-Los alcanzare en un momento, tengo una llamada que hacer.-Muestra una pequeña sonrisa, ajeno al siniestro ambiente que nos rodea nosotros.

Mi padre sostiene mi muñeca y comienza a guiarme hacia el elevador, pero después la suelta al estar lo suficiente lejos de los pocos hombres en trajes del piso principal.

-¿Hasta cuando seguirá esa mentira?-Pronuncio en un vacío tono, él vuelve acomodar su elegante chaqueta y me mira de reojo.

-Ya conoces la respuesta, Ida.--Responde seriamente, desvío mi rostro y fijo mis ojos en las puertas metálicas esperando que se abran.
-Hasta que mamá deje de respirar.-Aquellas palabras escapan de mi garganta, inexpresiva.

Siento la seria mirada de papá, pero ninguno vuelve a pronunciar palabra y ambos entramos al elevador cuando abre, él presiona el botón indicado con dureza y no espera que nadie más suba.
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Veo con interés las pequeñas y lujosas maquetas de grandes edificios, me coloco de cuclillas y acerco uno de mis dedos a un pequeño muñeco que decora la puerta principal, paradiso, escrito en un cartel en la esquina.

-Duncan, diseñó cada parte y estuvo presente en la construcción, es muy perfeccionista.-Elevo mi rostro encontrando el delicado de aquella mujer de cabello rizado rubio, parece conocerlo, bastante bien.

-Escuché que es un grano en el trasero como jefe.-Digo con descaro, sus mejillas se vuelven rojizas y niega rápidamente.

-Llevo poco trabajando con él, es muy profesional.-Intenta retractar mi invento, en realidad no me interesa nada sobre él, no pongo atención a las conversaciones de mamá.-Es un hombre ejemplar.-Elevo una de mis cejas y vuelvo mi vista a la maqueta al perder el interés en su conversación, escapó de mamá unas horas como para encontrar a otra mujer cautivada por él.

Una conocida voz masculina domina entre las demás en el área, acerco mis dedos al muñeco de la entrada principal, lo tomo antes de ponerme recta y observar mi alrededor, encuentro a la mujer rubia mirando con atención hacia una dirección, anhelo, y algo más en aquellos ojos femeninos, acaricia una de sus rizos al llegar.

Desvío mi vista al hombre tatuado junto a mi padre y otro señor, descubro cómo él ve de reojo hacia esta dirección, más precisa a la mujer de mi costado, imito su acción al escuchar los pasos de ella y leo con lentitud la pequeña placa de su pecho Caroline.

Sus pasos son tranquilos, pero con un toque nervioso la sigo hasta verla pasar a un lado de aquel hombre tatuado, este la sigue de reojo hasta perderla a sus espaldas pasan pocos segundos cuando me veo descubierta por su oscura e inexpresiva mirada, pero no la desvío.

-Ida, hora de irnos.-Escucho a mi padre, él es el que desvía su mirada cuando papá se despide.

Comienzo a caminar hacia el final del pasillo perdiendo mi interés hacia aquel espectáculo, pasando justo a un lado de él y esta vez su mirada vuelve a mi, al igual que la mía hasta dejarlo atrás.

Entro al elevador con papá siguiéndome, cruzo mis brazos en mi abdomen y comienzo a jugar con aquel muñeco entre mis dedos.

-¿Quieres pasar por un café y pastelillo?-Pregunta sin despegar sus ojos de la pantalla de su celular.

Me limito a hacer un sonido con mi garganta como afirmación, algo dulce antes de rodearme de la amarga presencia de mi madre.

Papá no pronuncio nada relacionado con Tyron, por supuesto para ellos, él ya no existe, mamá siempre obtiene lo que quiere y si no papá se lo da, sin importar que, con tal de que no lo moleste.

CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora