12."No quise detenerlo"

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Nerea
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La combinación de la eufonía de la lluvia con una siesta profunda poseía efectos sobrenaturales. Mi cuerpo se sentía reanimado. La tormenta que anunció el reportero con nombre de pescado no fue tan peligrosa después del todo. Por suerte, mi madre y Brandon se hallaban en lugares seguros.

Deslicé la cortina de la ventana y mis ojos se toparon con un paisaje despejado y sereno, minúsculas gotas de lluvia persistían inertes en las hojas de los árboles. El cielo ya había adquirido ese color celeste que lo caracterizaba. La calma después de la tormenta hizo acto de presencia.

Mi campo visual detectó un auto detenerse enfrente de mi casa, era Derek.

Dispuesta a recibirlo, accidentalmente observé mi reflejo en el espejo de mi habitación, automáticamente me detuve en seco. Mi bata felpuda de unicornios y mi moño al estilo cebollero no era un digno ejemplo de presencia y feminismo. Si a eso le sumabas mis pantuflas de canarios, era como un auténtico zoológico andante.

Me ignoré por completo y descendí por la amaderada escalera principal. Abrí la puerta de entrada y hallé a Derek con la mano hacia arriba, con la intención de tocar el timbre.

—Una de dos —anunció sorprendido por abrir la puerta antes de que él tocase el timbre—, tengo una novia psíquica o me instalaste un GPS sin darme cuenta.

Sonreí ante su comentario.

Estaba cruzado de brazos con esa masculinidad que me encantaba. Involuntariamente, una punzada de culpabilidad se hizo latente en mi estómago. Todo gracias al laxante de Alexandre.

—Ninguna de las dos. Olfateé tu olor a kilómetros y supuse que venías para acá —expresé con ironía para hacerlo sonreír un poco, lo cual obtuvo el efecto deseado—. Te vi desde la ventana de arriba, pasa.

Acto seguido, entró abalanzándose sobre mí. Mis labios fueron su postre preferido del momento. Con ambos brazos sujetaba mi cabeza para alcanzar cada milímetro de mi boca. Sus dedos agarraron mi cabello con fuerza, noté como un gruñido áspero descendió de él.

Sus manos se deslizaron por mi cuello apretando suavemente mi garganta, con sus pulgares echó mi cabeza atrás separando nuestro contacto con un chasquido.

—¿Y eso? —interrogué con perplejidad.

Él me observaba aún con sus manos entrelazadas en mi nuca apretándola suavemente. Jamás me había besado de aquella manera.

—¿No puedo besar a mi novia?

Sus ojos no apartaron el contacto con mis pupilas, su cabello castaño estaba pulcramente peinado sin un ápice de desaliño.

Con descaro, mi subconsciente me hizo compararlo con el cabello de Alexandre, él parecía que no conocía el uso del cepillo. La negrura de sus fibras capilares siempre estaban en un constante, pero atractivo desorden.

¿Qué piensas? ¡Enfócate, Nerea!

—Claro que puedes. Sólo que... me besaste de una manera extraña. Olvídalo, pasa.

Cerré la puerta principal que aún permanecía abierta a causa del desesperado beso. Derek se dirigió al centro de la sala observando todo a su alrededor. Le noté algo raro, no sabría explicarlo. Probablemente era mi imaginación.

Desordenas mi vida [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora