14."Un algodón de cada color"

334 228 99
                                    

Nerea
~•~•~[•••]~•~•~

Estaba meditando seriamente la posibilidad de consultar mi astral. Debía existir una explicación lógica y congruente para que mi vida se haya convertido en un episodio constante de dibujos animados.

—Es Patchy, el pirata —aludió Alexandre con asombro.

Y ahora ese Pacha..., Pacho..., Patchy.

¡Lo que sea!

¿Qué es esto,"Piratas del Caribe"?

Alexandre me tenía acorralada contra la pared ocultando toda mi minúscula fisionomía. Y digo minúscula porque mi cuerpo en comparación con el suyo, era como si al lado de una hormiga estuviese el muro de Berlín.

La palma de su mano permanecía sobre mi boca con la ardua misión de evitar que cualquier diminuto sonido descendiera de mí. No podía negar que la cigüeña que trajo a Alexandre puso todo su empeño en su trabajo.

Físicamente era demasiado atractivo, con ese cabello negro que brotaba en un llamativo desorden, complementado con unas cejas y pestañas que eran la envidia de muchas chicas. El iris de sus ojos era incluso irreal de lo oscuro que se veían.

Con pómulos que parecían de la alta aristocracia italiana. Su nariz fina recorría un puente descendente hasta toparse con unos labios frescos y bermellones, los cuales, formaban un tubo acústico que le otorgaban a su voz una intensidad extraordinaria. Su mandíbula se caracterizaba por cortes simétricos que aportaba a su rostro un aire fresco y misterioso.

Y por si fuera poco, para hacer de esta efigie aún más singular, su cuerpo atlético le hacía honor a su reputación de deportista extremo. Con una laboriosa tableta de chocolate que tenía por abdomen, y unos pectorales radiantes que bailaban al compás con ese tatuaje que finalizaba en sus nudillos.

¡Aplausos para esa cigüeña, seguramente fue la empleada del mes!

«Nerea, siento interrumpir tus pensamientos, pero un viejo con escopeta está a pocos metros de ustedes»

¡La escopeta! ¡Enfócate, Nerea!

¿De qué genética que me antecede me habrá tocado ese minúsculo Pepe Grillo que tengo por conciencia?

—¡Quita esa mano de mi cara! —Reaccioné desmedida por la incómoda situación—. ¿Quién es ese Pancho, el pirata?

Alexandre colocó su mano izquierda en la pared, justo encima de mi cabeza. Inclinó su cuerpo ligeramente para que su voz no adquiriera un tono inoportuno.

—Es Patchy, el pirata. Dicen que en su juventud fue un marino mercante que se corrompió por la vanidad de buscar un tesoro perdido.

Alexandre explicó con detenimiento la historia de ese Ponchi, el pirata. ¡No sé por qué tenía un deja vú con ese peculiar nombre!

—Su obsesión fue tanta —prosiguió—, que perdió totalmente la cordura en busca del tesoro. Aunque cuentan que al parecer se topó de cerca con una criatura marina que lo dejó así de chiflado.

La voz de Alexandre vibró en un tono bajo, cerca de mi mejilla.

Pobre ese Puncho..., Patchy, el pirata.

Desordenas mi vida [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora