20."Un peligroso Chupa Chups"

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Alex
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Legendariamente, Axel y yo entrenábamos boxeo. Se había convertido en hábito entre nosotros. En mi campo de visión solo estaba el equipamiento acolchado.

No sé cuántas veces le habré pegado, derecha, izquierda, arriba, abajo. Mi cuerpo exigía un entrenamiento exhaustivo, pero mi cerebro solo estaba en ese taller. Pensar en Nerea en ese ambiente desconcentraba mis movimientos.

—Para, Alexandre. —Axel se percató de mi estado—. ¿Qué te ocurre? Estás desconcentrado.

—¿Sabes dónde queda el Taller de Charly?

Mi respiración sofocada me condujo a beber una botella de agua completa.

—Queda cerca de aquí, ¿por qué?

Sin meditarlo, sin dejar un ápice de oportunidad al razonamiento, mi instinto lo volvió hacer. Me libré de los guantes y salí rápido en su búsqueda.

—Alex, ¿dónde cojones vas? ¿Y el entrenamiento?

—Tengo algo importante que hacer, después entrenamos.

Esta chica iba a acabar con mi cordura. Activé el GPS de mi celular y por suerte solo estaba a pocas cuadras de aquí.

Corrí haciendo uso de mis músculos isquiotibiales. A los pocos minutos, percibí el gran letrero del taller. Detuve mi paso para recuperar mi compostura. Esperé que mi respiración adquiriera matices balanceados y me adentré al lugar como si nada hubiese pasado.

A continuación, la escena más surrealista jamás captada. Nerea con una llave inglesa en la mano, con un chaleco azul con el logo del taller y un moño al estilo cebollero, recostada con su rostro mirando la parte interna del capó de mi coche.

Definitivamente, no estaba bien de la cabeza.

Se percató de mi presencia y tomó postura vertical de inmediato permitiéndome ver que su mejilla izquierda estaba cubierta por una mancha negra, seguramente grasa.

—Alex, ¿qué haces aquí? —Tomó mi brazo—. Te puedes creer que el señor Charly me enseñó a como corregir el carburador del auto para que no se ahogue. Es fácil mira..., se pisa lentamente el acelerador hasta el fondo, de manera que la bomba de aceleración no inyecte más gasolina.

¿De qué planeta sin baranda se cayó esta chica?

—Nerea, ¿te encuentras bien? —Toqué su frente para ver si tenía fiebre—. ¿Qué se supone que haces?

—Chico, debes ser muy afortunado por tener a una novia que le guste la mecánica —expresó un señor mayor de estilo motorista, con tatuajes y un chaleco que ponía Harley-Davidson.

Segunda persona que nos confundía.

—Él no es mi novio —intervino Nerea observándome—. Es solo..., un amigo.

Esta situación se estaba saliendo de control, más de lo que yo podía soportar.

—Nerea —retiré la mancha de su pómulo—, te dejo sola una hora y mira en lo que acabas.

Señalé todo su atuendo, a cualquiera le volaría la cabeza con esta visión.

—Tienes razón, es mejor que me quite esto. Mira..., la puerta quedó como nueva. Te puedes afeitar en ella como querías.

Recordé el comentario y reí internamente. El taller no parecía tan malo después de todo. Pocos trabajadores, eficiencia, me gustaba.

—Muchas gracias, Charly —enfaticé acercándome al dueño—. ¿Cuánto te debo?

Desordenas mi vida [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora