32."Un voto de confianza"

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Nerea
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Un sutil calor impactó en mis mejillas. Intentaba abrir mis ojos, pero el peso de mis párpados era como un candado. Un aroma a tierra mojada levitó en el aire.

Qué raro.

En mi habitación no existía ese tipo de olor. El vapor aumentó, nuevamente. Torpemente, entrecerré mis ojos y un claro se introdujo entre mis pestañas. Eran los rayos del sol. Lo próximo que oí, amplificó mi confusión. El canto de un gallo.

¿Cómo? ¿Un gallo?

La bomba explotó en mi cabeza y terminé por abrir mis párpados. Un brazo tatuado permanecía sobre mis costillas, encarcelándolas. Las sábanas blancas cubrían mi cuerpo. Giré mi cuello a la derecha y el rostro dormido de Alexandre fue el choque de realidad.

¡Oh, por dios! Ya recordaba.

«Tonta, te quedaste dormida»

—¡Alex! —grité rodando mi cuerpo hasta caer al suelo.

Había caído, enroscada en una de las sábanas. Sentí mi piel ligera, estaba desnuda. Pasé la noche con Alexandre, peor aún, nos quedamos dormidos. Mi madre me mataría, si no daba señales de vida.

—¡Alex, despierta!

—¿Qué pasa? —musitó con voz ronca, aún con sus ojos cerrados—. Es muy temprano. Vuelve a la cama.

El idiota se reacomodó sobre el colchón. Me paré del suelo y sostuve un florero de la mesita de noche. Quité las flores y le lancé el agua en toda la cara.

—¡Nerea! —Se sentó velozmente—. ¿Por qué hiciste eso?

—Perdón, tuve que hacerlo. Era la única manera de despertarte.

Esta situación exigía de una medida desesperada.

—Imaginé un desayuno a la cama, oírte cantando..., Algo más romántico que beber agua de florero.

El perfil del rostro de Alex me provocó observarlo. Sus ojos achinados, su pelo desarreglado y esa voz áspera. Era guapo incluso en las mañanas. Recordé la noche de ayer. Mi conciencia me perturbó con toda clase de detalles.

Desperté, librándome de la condena.

—Alex, ¿ya viste la hora que es? Debemos volver, ahora mismo.

Comencé a caminar de un lado a otro, preocupada. Rápidamente, me tomó del brazo haciéndome perder el equilibrio, cayendo junto a él.

—Buenos días, florecita —susurró cerca de mi oído.

—¿Florecita?

Reí, como una tonta.

—¿Qué? Es mi nuevo apodo para ti.

Me proporcionó un largo camino de besos por la nuca. Cerré mis ojos, tratando de no perder el control.

«Nerea»

Me alejé ágilmente de él, evitando caer nuevamente en la tentación. Sostuve con firmeza las sábanas, ocultando cada fragmento de mi cuerpo.

Desordenas mi vida [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora