Nerea
~•~•~[•••]~•~•~«Pero me gustas así»
Su frase retumbó como un martillo percutor en mi cerebro. ¿Eran reales sus sentimientos?
Detestaba sentirme confundida; me odiaba por sentir cosas por él.
Su corazón recuperó sus latidos originales. Sus órbitas oscuras se abrieron de repente y terció su cabeza para observarme fijamente.
—Alex, sabes que...
—Ya sé lo que dirás. Que no podemos estar juntos. Que eres la novia de Derek, pero ¿qué quieres que haga? No puedo controlarme cuando estás cerca.
Parecía más calmado.
En un giro de improviso acomodó su posición para quedar al frente de mi rostro. Quise retirar mi mano de su torso desnudo, pero él lo impidió colando la suya sobre la mía, ejerciendo presión para evitar que la moviese.
—¿Dónde aprendiste hacer eso? —espetó rápidamente—. ¿Cómo lograste calmar mi respiración con solo palabras?
—No lo sé. Imaginé tu desesperación y quería que pensaras que estábamos en otro sitio..., cerca del mar o en el campo, sólo me salió.
Los músculos de su pecho se tensionaron. Su mandíbula contorsionó una risa simétrica dejando ver sus preciosa dentadura recta, esa que mordió sutilmente mis labios en el garaje de su casa.
—¿Sabes por qué me subí al ascensor a pesar de que nunca los utilizo? —presionó con fuerza mi mano sobre su pectoral—. Porque haces que me comporte de una manera irracional. Es solo verte y la sangre no me funciona correctamente.
Las articulaciones de mis rodillas se volvieron gelatina. Creo que si hubiese estado parada, algún pie me hubiese fallado. La voz ronca de Alexandre Hilton era como un tipo de opiáceo; malditamente excitante y jodidamente adictiva.
Sentía la sangre fluir desenfrenadamente por la yema de mis dedos, que apretaban obligadamente su pectoral. Quise detenerlo, por el bien de mi salud mental.
—A-Alex, para. Para, por favor.
—Ya es muy tarde, Nerea. —Me levantó rápidamente por los hombros pegando mi espalda al espejo del ascensor—. No se puede parar lo que comenzó desde que te vi bajar de tu auto con ese jodido jeans de los infiernos. Lo que sentí cuando rayaste mi coche, de forma desafiante, sin doblegarte.
Mi mente nuevamente se nubló. Comencé a sentir la otra Nerea correr por mi espina dorsal; esa Nerea que se dejaba llevar por lo que sentía; la que no era capaz de establecer una maldita palabra ante el roce de Alexandre.
—Cuando te lanzaste a la calle en plena tormenta para rescatar a un perro —prosiguió. Al instante, colocó sus manos entre mi cabeza, cerrando mis movimientos—. Ese día vi tu carácter, capaz de subir una reja inmensa de una casa ajena. Verte comiendo esos algodones como si fuese la mejor cosa del mundo.
Cada palabra se impregnaba en mi piel. Presionó su cuerpo contra el mío, acortando los pocos centímetros de separación. Su claustrofobia estaba controlada. Su mente estaba concentrada en mí.
—Todo empezó a joderse cuando bailamos ese tango. —Mantuvo el poder de la conversación—. Cuando te vi frágil e indefensa sosteniéndote de mi mano para evitar caer. Por tus ocurrencias al hablar, por la torpeza de tus palabras cuando estás nerviosa.
—No sigas, Alexandre. Aléjate, por favor. —Mi súplica fue falsa.
Yo no quería que se alejara.
Tomó mi nuca con fiereza, observándome con esa mirada indescifrable. El paraíso en la tierra.
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Desordenas mi vida [✓]
Fiksi Remaja[COMPLETADA] Nerea O'Connor es la nueva habitante de Villa del Mar, una isla tropical marcada por una cultura atractiva y paisajes exóticos. Su nombre es sinónimo de disciplina. Posee todo bajo control, incluso, su relación con Derek. Alexandre Hilt...