28."¿Eres así de terca para todo?"

46 27 4
                                    

Nerea
~•~•~[•••]~•~•~

Una punzada en mi nuca me despertó lentamente.

Ese momento de confusión y pánico por no saber qué pasó, ni en donde estás. Mi anatomía sufría por cada movimiento, abrí mis párpados y pestañeé seguidamente para calibrar mi visión. Un olor a coche nuevo me inundó. Permanecía en el asiento del copiloto de un auto desconocido.

¿Me secuestrarían?

No, lo último que recordaba era una luz encandiladora arrojándose sobre mí.

—Despertaste. —El conductor masculino me perfiló preocupado—. ¿Estás bien?

¿Quién era? Ese olor y su calibre vocal me resultaron familiares.

—¿D-Dónde estoy? —Una molestia en mi espalda me hizo soltar un quejido—. M-Mi... espalda.

—No te muevas, por favor. Ya vamos para el hospital.

—¿Hospital? ¿Por qué?

Mi mente estaba sumamente confundida.

—Te atravesaste de repente ante mi auto. Logré frenar a tiempo, pero caíste al suelo.

Ahora lo recordaba, definitivamente esta no era mi noche. Mis pupilas se esclarecieron y capté unos ojos miel conocidos.

Un momento...

—¿Eres tú? —cuestioné.

Los ojos miel volvieron a toparse con los míos, lo reconocí inminentemente. Era el estúpido que quiso pagar mi trago.

—Sí, nos conocimos en el bar. También me sorprendí cuando te vi tirada en el suelo.

Me retorcí en el costoso asiento mientras el auto aumentó la velocidad.

—P-Para el auto.

—¿Cómo? No, debo que llevarte al hospital.

—¡Para el auto! —Las gomas se detuvieron dejándome ver un conductor preocupado por mi salud—. ¿Tú qué problema tienes conmigo? Es la segunda vez en la noche que me golpeas.

Colocó sus ojos a cuadros, observándome de manera colosal. Su rostro se tornó confuso. ¿Cómo dijo Lans que se llamaba? ¿Cristian?

—¿De qué hablas? ¿Cómo que la segunda vez?

Genial, ahora se hacía el desorientado.

—No te hagas el despistado.

Se removió lateralmente en su asiento para quedar enfrente de mí. Parecía una persona importante, su camisa blanca y el interior de este auto daban fe de ello. Lans mencionó que era el dueño de todos los bares de la zona Este.

—En serio, ¿te encuentras bien? —Tocó mi frente—. Creo que te golpeaste la cabeza.

—Yo estoy perfectamente. —Me moví dolorosamente—. ¡Ugh!... Mi espalda.

—No, tú no estás bien. Iremos al hospital.

El auto volvió a moverse permitiéndome una vista de perfil. Su complexión era robusta, vigorosa y torneada. Sus facciones faciales se encontraban en la posición correcta para denotar un rostro atractivo.

Aunque, el rostro de Alex poseía una magia enigmática, atrayente como una gema.

El dolor en mi interior no se comparaba con mi dolor físico. La decepción me calaba los huesos.

•••

A los pocos minutos, el coche se detuvo ante el "Hospital Continental". Me ayudó a bajar, pero mi cuerpo se tambaleó. Sin previo aviso, me tomó entre sus brazos cargando mi cuerpo. Me asusté por la acción.

Desordenas mi vida [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora