Capítulo Seis: Maldiciones Entre Manos

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Mientras caminaba devuelta a mi casa pensé en una excusa para explicar de dónde había sacado el dinero que Victoria me había entregado por servirle.

Avery me abrió la puerta cuando me vio por la ventana, corriendo para abrazarme.

–Padre ¿Cómo ha ido tu día? El mío fue estupendo. Arnold y yo hemos curado a un conejo del bosque, ya que otros niños querían matarlo, pero nosotros no les hemos dejado.

–Eso es maravilloso, cariño.

–¿Qué traes allí? –dijo ella, mirando el saco.

–Ya lo veras.

Entre a la casa y saludé a mis hijos, quienes ya estaban recogiendo las cosas de la mesa para irse a dormir. Adele, por otro lado, colocaba mi cena en la mesa mientras cargaba al más pequeño de nuestros hijos.

–¿Cómo ha ido tu día querido? –preguntó Adele cuando me senté.

–Muy bien. Traigo una sorpresa a todos.

Oswald, Arthur, Karlene, Avery y Leslie se acercaron a la mesa y se sentaron. Todos tenían una sonrisa. Ellos nunca se veían infelices.

Les enseñé el saco y lo abrí, dejando que las monedas de oro se desparramaran. Todos se quedaron perplejos.

–Un tío lejano ha fallecido y me dejo una parte de la herencia como regalo. –expliqué.

–Vaya, que generoso. –dijo Oswald.

–También debo comentarles que me ha cedido un trabajo en una de esas tierras, así que tendré que viajar de vez en cuando.

–¿Te iras por mucho tiempo? –preguntó Avery con cierto tono de tristeza.

–Aún no lo sé.

–Dentro de una semana es mi cumpleaños, padre ¿vas a estar allí?

–Si, por supuesto que sí. Nada ni nadie me impedirá estar en el cumpleaños de mi princesa.

Avery me abrazó.

–Bueno niños, todos a la cama. Karlene, por favor acuesta a Aaron en su cama. –dijo Adele con Aaron dormido en sus brazos.

Ella obedeció y se fue, junto con sus hermanos. Adele me miró, había felicidad y tristeza en sus ojos verdes azulados.

–Elliot no quiero que te vayas por mucho tiempo.

–Todo va a ir bien, no hay de qué preocuparse. Hablaré con alguien y le explicaré que no puedo estar mucho tiempo alejado de ustedes– tomé su mano y deposité un beso–. Lo prometo y a cambio quiero que tú me prometas que vas a cuidar de nuestros pequeños mientras no esté. Además, quiero que prometas que vas a comprarte algo bonito mañana.

Ella sonrió– Está bien, lo prometo, pero también voy a comprarle algo a Evelyn. –Adele acarició su vientre hinchado.

–¿Es como piensas llamarla si es niña?

–Sí, ese me gusta mucho... a Beatrice también le gustó. Ella siente que va a ser una niña, pero no le digas a nadie.

–Nunca le digo nada a nadie.

Ella sonrió ampliamente– Por favor come tu cena, debes estar hambriento. Yo voy a recostarme.

–Enseguida nos vemos.

Mi esposa se levantó de la silla y depositó un beso en mi mejilla, dejándome solo con la cena.


Mis nudillos golpearon la puerta de madera oscura de la casa de Barnett, la cual parecía bastante descuidada.

Después de un momento, la puerta se abrió solo un poco, dejando poco a la vista. Algunos mechones rubios plateados se sacudían con el viento que hacía. Los dos ojos grises me miraban con curiosidad.

#1 Híbrido OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora