【21. La vida es un infierno】

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Sofía

La vida continúa... que gran mentira. La vida continúa estancada, eso sí. O era yo la estancada en aquellos recuerdos, vivencias que eran tan recientes como para asimilar que nunca volverían a ocurrirme. No existía más un Kai sonriente y amable con todos, no existía un Tom con una mirada paterna llena de amor. ¿Yo existía? No. No existía, vivía, estaba ahí, pero no existía. Los días se me pasaban sin que intentara sacarles provecho, simplemente me levantaba cuando mi cuerpo me lo indicase, le daba de comer a mi gato y me sentaba en el sofá de la biblioteca. Le daba un beso en la mejilla a Tom cuando regresaba de trabajar, y me encerraba en el cuarto con cualquier libro en el cual ponía las esperanzas de que me generara alguna reacción. Ni los poemas de Benedetti lograban transmitirme sentimiento, simplemente nada, no pasaba nada, no era nada.

Podría hablar de Tom, mas no le presté la suficiente atención a su sufrimiento. Las primeras semanas nos mantuvimos juntos, tomados de la mano en la cama, en el sofá o mientras donábamos todos los juguetes de nuestro hijo fallecido. Sin embargo, él decidió volver a trabajar después de unas tres semanas de luto. Necesitaba despejar su mente, y lo entendí completamente e incluso sentí envidia de cómo podía continuar con su vida, cómo las frases de superación sí concordaban con él mientras yo me quedaba atrás. Mientras me quedaba conmigo misma, conmigo y el vacío, la oscuridad, la nada, con la Sofía de diecinueve años que no comió correctamente por meses tras la muerte de su padre, con la Sofía de diecisiete años que lloraba cada vez que recordaba a su abuela y quien se encerró en el baño del cine cuando vio la premier de su primera película a llorar toda la noche. Físicamente no tenía energías para salir de casa, mentalmente no tenía ganas de vivir. Sin Kai la vida era un infierno. Me arrepentía de miles de cosas, pero la principal era no haber vivido con él desde que lo adopté. Lo adopté y lo abandoné en una clínica, porque fui una cobarde egoísta que solo pensó en su propio bienestar y que le había hecho un favor a un pobre niño. Era él quien me había hecho el favor, me había dado una familia después de tanto tiempo. Había sido la estrella en el árbol de mi vida, un árbol frondoso de recuerdos, con decoraciones buenas, con decoraciones malas, pero él estaba en la punta, brillando sin igual. Y ahora... sin estrella, no había árbol navideño.

Me negaba a guardar el árbol, a guardar mi vida en un recuerdo de Wikipedia. Después de tanto, ¿iba a rendirme? Tras cuatro meses en la misma situación, decidí que sí, iba a rendirme. Mientras caminaba a la bañera con el bote de pastillas en mi mano recordé a mi hermano mayor. Puse el tapón y abrí el grifo para que se llenara. Guillermo había subido a recoger mis dos premios, dos Oscars, él había asistido en mi representación. Abrí la tapa del pequeño frasco y lo puse boca a bajo para que las decenas de pastillas cayeran al piso. Vimos toda la ceremonia con Tom sentados en el sofá, y noté la emoción en él, pero yo no sentí nada cuando mi nombre fue mencionado como ganadora. Él me abrazó fuertemente y yo solo existí, ¿acaso esos premios significaban algo? Unas personas insignificantes habían decidido que había hecho un buen trabajo y ya, tendríamos dos decoraciones más en casa y ya. Y ya, y me metí a la bañera cuando esta casi rebalsa, todos mis músculos se relajaron, en especial mi mandíbula. Mi mente repitió las palabras del discurso de mi hermano, <<estoy orgulloso de Sofía>> dijo. No estaría orgulloso de esto, nadie lo estaría. ¿Llorarían? Tal vez todo sería como en una de las pesadillas que se habían vuelto recurrentes en mis días, nadie se daría cuenta, nada cambiaría. Me llamarían débil, pero no era más que una actriz que interpretaba personajes fuertes, yo no era mis personajes. Esta era tras el guion, era Sofía Sterne.

Tras el guion... no era nada.

— Sofía. —me sobresalté al escuchar la voz de Tom. Sus ojos reflejaban terror al verme en ese escenario. Las pastillas en el piso y mi mirada perdida, seguro estaba pálida. — ¿Qué- —su voz se entrecortó.

Somebody to love [Tom Hiddleston y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora