【23. T, no S】

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Tom

2016

— Buenos días, mi amor.

Dejé besos en el cuello de Taylor apenas abrió los ojos. Ella rio ante mi intromisión y yo la acompañé con la misma felicidad y amor que habíamos derrochado desde que nuestra relación inició. El día anterior habíamos cumplido nuestro primer mes de relación, la había llevado a cenar a un restaurante lujoso un edificio alto en el centro de Nueva York. Decenas de camarógrafos nos habían seguido a lo largo de la velada, pero cuando llegamos a su casa se nos olvidó todo y nos olvidamos de todos. La recosté en la cama sin dejar de besarla, con la delicadeza con la que ella merecía ser tratada, delineé su figura con mis largos dedos e intenté hacerla sentir especial. Como si fuera la única mujer en la que pensara... porque lo era, claro que lo era.

Me levanté antes que ella para prepararnos un delicioso desayuno y me fui apenas terminé, no sin antes despedirme de ella levantándola por la cadera para darle un beso duradero. No tenía que ir al set, pero quería estar ahí durante la lectura del primer capítulo. Adoraba a mi personaje y quería conocer si lo mencionaban desde el inicio. Tomé las llaves de uno de los vehículos de Taylor y conduje entre las lujosas casas de la ciudad. Antes de dirigirme finalmente a mi destino, paré unos minutos a dejar unas cosas que Guillermo me había encargado. Él y su bebé ya estaban en casa desde hace unas semanas, y mi amigo era tan cuidadoso que ni siquiera se alejaba 3 metros de ella, no salí a ninguna parte porque pensaba que algo malo podría pasarle a Emma y todos los pensamientos paranoicos que a alguien se le pudiese ocurrir. La puerta se abrió despacio y sin ruido, dejando frente a mi al pobre hombre de rostro cansado y sonrisa incomparable. Me agradeció por la bolsa que le extendí y me invitó a pasar, pero tuve que decirle que vendría a visitarlo más tarde ya que tenía algo que hacer.

Una imagen con la que algún día había soñado se mostró ante mis ojos cuando ingresé a la oficina donde varios actores, los hermanos rusos y un par de niñas estaban reunidos. Sofía estaba sentada a la cabeza de todos, con un bebé de un año sentado en sus piernas mientras dormitaba recostado en su pecho, que envidia. A la par, ella tejía. Nunca la había visto hacer eso, tampoco nunca la había encontrado tan pacífica. Se veía hermosa y tranquila. Sin heridas sentimentales, con bonitos recuerdos. Saludé en general y me acerqué a Benedict para sentarme con él. No me tomó mucho para darme cuenta de que el bebé era de él. Sebastian Stan me miró de reojo, pero volvió su mirada a Sofía cuando esta le dijo algo. Las pequeñas niñas fueron profesionales al leer sus guiones y cuando Sofi-a- les pedía que interpreten cómo actuarían la escena. Después de unas tres horas entre risas y buen ambiente, terminaron de leer el primer guion. Sin embargo, se omitió la parte para mayores de dieciocho años entre Leire y Stephen. Las dos pequeñas salieron con sus madres y cada una con una gran paleta de caramelo, era claro quién se los había dado. Los directores hablaron un rato con los que quedaron en la sala, aunque yo me distraje más viendo a Sofía jugar con el pequeño Chris.

— Regálamelo. —le pidió la joven a Ben mientras le entregaba a su hijo.

— Crea los tuyos, mío. —besó las mejillas del bebé —. ¿Cómo está tu sobrina, Sofi?

— Lleva una semana de vida y estoy totalmente segura de que ya se cansó de verle la cara a Guille. —bromeó — Justo ahora iré a verlos. Chau, Christopher — el pequeño se despidió moviendo su manito—. Saluda a Sophie de mi parte, Ben. Dile que le escribiré para salir a comer. —le dio un beso en la mejilla y luego me miró—. Adiós, Tom.

Salimos casi tras de ella, por lo que pudimos ver como se subía a una motocicleta y se perdía entre las calles congestionadas. Mi amigo me invitó a su casa para pasar el rato y acepté, mas tuve que advertirle que solo podría acompañarlo una hora porque tenía que asistir con Taylor a un concierto. Hizo una mueca cuando la mencioné, como casi todo el mundo. Todos a mi alrededor, al parecer, se habían puesto de acuerdo para pensar que mi novia no era alguien para mí. Empero, yo pensaba lo contario. Me gustaba la relación que teníamos, incluso si estábamos rodeados en todos momentos por la prensa. Disfrutaba de mi tiempo con ella, sus caricias y su voz. Que cantara para mí, que no ocultara sus poemas en una libreta, que lo quisiera todo conmigo.

Somebody to love [Tom Hiddleston y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora