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Después de salir del shock en el que estaba, SeungMin rodeó el escritorio y cerró la puerta de la oficina con seguro, dejando solo a ellos dos en el interior de esta.

—¿Qué haces aquí? —preguntó al hombre que tomó asiento frente al escritorio, en tanto él regresaba a su antiguo lugar.

—Me llegó esto —aclaró el pelinegro con una carta de citación entre el índice y el corazón, para después dejarla caer sobre el escritorio sin ánimo.

—Esto es para Christopher Bang —el detective miró los ojos del mayor completamente confundido, y con una extraña presión en el pecho que no le dejaba respirar con naturalidad.

—Pues mucho gusto. Yo soy Christopher Bang.

—No, no, no. No. Tú no te llamas así —le dijo el castaño oscuro, sin poder creer que no conocía a la persona con la que había compartido durante 3 años.

Bang sacó desde la billetera su identificación, y se la entregó en la mano para que comprobara la veracidad de sus palabras. Y cuando SeungMin leyó el nombre en el documento, aquella presión en el pecho le provocó un apretado nudo en la garganta.

—Pero...

—Mi nombre no es bienvenido por aquí, así que debo ocultarlo. Ya debes saber las razones.

Claro que las sabía, por ese mismo motivo le había enviado esa citación. Pero en esos momentos no tuvo fuerzas para articular alguna palabra, a pesar de rogar en silencio por respuestas.

—¿Por qué no me dijiste nada...? —preguntó en un hilo de voz. Pero el otro tenía la cuenta de todas las veces que intentó decirle la verdad, y él no le escuchó por estar más enfocado en el trabajo que en la ausente relación en la que se encontraban.

—¿Para qué me quieres, SeungMin?

Miró al mayor sorprendido de que no le diera respuesta, con una profunda herida creciendo en su corazón. Preguntándose si él sentía un poco de remordimiento por mentirle, pero al contrario de eso, parecía fastidiado de tener que compartir el mismo espacio.

—Quería saber si eras el dueño de estos lugares —Con las pocas fuerzas que le quedaban, buscó un papel entre los tantos que tenía y se lo entregó para que lo revisara. 

—Sí. Excepto de este —Indicó Chan con el dedo—. Lo vendí cuando me estaban siguiendo por presuntas ventas ilegales.

—Conoces a los traficantes de armas entonces.

—Con el único que trabajé fue con él, cuando aún vivía en Australia —Apuntó una imagen del hombre en un periódico que mantenía en el escritorio—. Ayudaba a mamá con el negocio, y terminé saliendo de ese mundo cuando mató a la muchacha.

—Ósea que si fue él.

El mayor se enderezó en su puesto y miró los ojos tristes del contrario.

—Es lo que se dijo. Pero si sigue libre es por algo ¿no?

SeungMin asintió, abrumado por sus pensamientos.

—Así que eres australiano —No era capaz de procesar la información, y la relevancia de las declaraciones que Chan le había proporcionado, solo quería saber por qué le mintió.

—Así es. Tal vez debiste ponerme un poco más de atención.

Y encontró la cruel respuesta.  

—Ahora entiendo por qué dijiste eso anoche... —Pero sabía que no todo era por su causa. 

—¿Necesitas algo más?

Negó con la cabeza, con la mirada clavada en el cuaderno de notas, donde había escrito todas las preguntas que preparó, y nunca preguntó.

Infernum ; hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora