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Llegó el siguiente día más rápido de lo que JeongIn esperaba, y los cómodos brazos que le rodeaban no habían sido suficientes para ayudarle a dormir. Temía cerrar los ojos y que al abrirlos se encontrara otra vez atrapado en esa casa, que todo haya sido un simple engaño de su imaginación, y el esfuerzo por escapar fuese una bella pesadilla.

Observó la habitación iluminarse a medida que el sol salía, y el rostro del hombre que dormía junto a él parecía un sueño. HyunJin, como cada día dormía tranquilo, su expresión relajada le recordaba el regreso a casa y el arrepentimiento de haberse marchado. Incluso, por un momento le fue difícil mirarlo sin pensar que era el causante de todo, la razón por la que sufría y el único motivo por el cual atacarlo. Pero así como crecía el rencor hacia el azabache, su amor también era incrementado. Pues él era la persona que lo hacía feliz, quién luchó por encontrarlo, le dio un hogar, lo hacía tocar el cielo y le demostró que las dificultades se pueden superar entre dos. Para JeongIn, los pensamientos negativos no eran más que su necesidad de encontrar un culpable.

Un par de horas después, la alarma en el celular de su acompañante le otorgó la oportunidad de girarse y ocultar que continuaba despierto. No quería explicar su insomnio y mucho menos preocuparlo.

Escuchó como HyunJin se removió en la cama y apagó el sonido del aparato, lo devolvió a la veladora y le abrazó por la espalda hasta tener su respiración sobre la nuca. Se mantuvo quieto disfrutando los brazos morenos unos minutos más, sonriendo un poco porque había extrañado la costumbre que tenía el mayor de postergar el aviso del reloj para continuar durmiendo, arriesgándose a llegar tarde a sus diligencias.

La melodía volvió a interrumpir su descanso, y el de melena una vez más se meneó para deshacerse de aquella que le obligaba a despertar cada mañana. Fregó su rostro con la mano que JeongIn no usaba de almohada, y se quedó unos momentos observando la espalda de este. Regocijado por tenerlo a su lado nuevamente. Sonrió antes de apretujar su cuerpo con suavidad y dejarle un largo beso en la mejilla, manteniendo cuidado de no despertarlo. Pero el castaño luchaba para mantenerse inmóvil, y no girarse a abrazarlo igual de emocionado.

Sabía que HyunJin era capaz de olvidar sus responsabilidades con tal de quedarse a cuidarlo. Y aunque le pareció extraño que estando de vacaciones continuara con el trabajo, ya le había explicado al llegar el día anterior, sobre unos problemas que el nuevo a cargo estaba teniendo después de su receso. Por lo que se mantuvo en el lugar y dejó que se fuera.

Otro par de horas pasó, pero esta vez se entretuvo mirando un programa en la TV mientras su madre preparaba el desayuno, después de insistir en consentirlo para celebrar su regreso.

Luego de abundante comida se prepararon para ir a la comisaría a dar declaraciones. Y ya ahí, no tardaron en pronunciar su nombre y guiarlo hasta una pequeña sala color crema, donde SeungMin y un joven policía le saludaron amablemente, manteniendo la seriedad de la reunión.

—Siéntate.

Hizo caso al detective, y se acomodó en la silla al otro lado de la mesa que los separaba.

—Enviamos una patrulla para que atrapen a tu padre —ambos tomaron asiento mientras uno acomodaba algunos papeles y otro sacaba una grabadora—. ¿Listo?

Asintió con cierta inseguridad y temor que no pasó desapercibido por sus acompañantes.

—Comenzaré a grabar —avisó el más joven de los uniformados, antes de presionar un botón del aparato inteligente y darle una introducción al mismo, mencionando la fecha de aquel día, los participantes y la intención de la reunión. Una vez terminado, Kim lo miró preocupado y con el cuerpo relajado sobre la mesa.

Infernum ; hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora