[ 06 ]

334 34 7
                                    

—SeungMin.

El intrépido compañero de equipo, entró a la oficina sin temor a la muerte, que le esperaba a los que tenían el atrevimiento de interrumpir la soledad del detective Kim SeungMin. Pero el detective Lee era reconocido por ser temerario y no permitir que lo pisoteen, a demás de poseer una belleza particular e hipnótica.

Se caracterizaba por una nariz recta y puntiaguda, con un lunar en la aleta izquierda; ojos almendrados, oscuros y con la apariencia de estar constantemente analizándote en busca de algún imperfecto. Cabellera anaranjada, labios bien definidos y formando un leve piquito que al hablar destacaba sus paletas de conejo.

El antes nombrado rodó los ojos y sacudió su cabello de castaño oscuro. Apoyó toda la espalda en el respaldo de la silla y cruzó los brazos frente al pecho, para demostrar lo poco feliz de la compañía.

SeungMin y MinHo tenían dos cosas en común. La primera de ellas provocó que terminaran siendo equipo, y es que ambos tenían un carácter difícil de llevar. Siendo ellos los únicos capaces de soportar y enfrentar al otro sin problemas. La segunda; ambos eran dueños de una sonrisa encantadora.

Kim, a diferencia de su compañero, era unos centímetros más alto, tenía labios más delgados y los dientes bien alineados, perfecto para los comerciales de dentrífricos. El rostro ovalado y la nariz más gruesa. En la oficina solían destacar su apariencia de cachorro labrador, que junto a la sonrisa y el constante brillo en esos ojos de mirada entristecida, podía enamorar a cualquiera.

—¿Encontraron algo? —cuestionó al pelinaranja, que sin permiso alguno tomó unos documentos sobre el escritorio para revisarlos.

—Nada. Sólo tenemos la autopsia y una mujer que quiere hablar contigo —devolvió los papeles a su lugar—. Dice que es urgente.

—Déjala pasar, tal vez nos ayude en algo —asintió Kim manteniendo la mirada fija en su rostro, en espera a que notase la falta de aprecio por su presencia.

MinHo le devolvió la mirada y sonrió de medio lado, feliz de haber logrado fastidiarle, y sin quitar la satisfacción se retiró para regresar un par de segundos después junto a una mujer.

—Detective Kim... 

Ella parecía superar los 30, o simplemente fumaba demasiado, ya que el aroma a tabaco desbordaba de su cuerpo y SeungMin no estaba seguro de poder tolerarlo mucho tiempo.

—Asiento por favor —la invitó haciendo ademán con la mano, a la par que su compañero se iba y cerraba la puerta tras él para darles privacidad.

—Gracias. Eh... 

Era fácil notar que algo la tenía alterada. Incluso su cabellera oscura y mal peinada daban indicio de su desesperada visita.

—¿Cuál es la urgencia por la que quería verme? —le ayudó a comenzar mientras se acomodó mejor en la silla.

—No le diré mi nombre por protección. Pero ocurrió algo hace unos días que me tiene preocupada.

SeungMin lo pensó unos momentos, y le asintió en aceptación a los términos.

—La escucho.

—Mi hermano era dueño de una tienda de armas, y hace unas semanas la saquearon. No dejaron nada, y de alguna manera lograron desconfigurar el sistema de seguridad.

Se reacomodó una vez más en el puesto y apoyó los antebrazos sobre el escritorio, para poner más atención.

—Yo pasaba a buscar a mi hermano cada tarde después del trabajo. Ese día llegué y él me esperaba con una bolsa de basura. Estaba nervioso y con suerte me dijo hola —la mujer de vez en cuando miraba el suelo notablemente inquieta—. Vi que al interior de la tienda no había nada, y que tampoco había nada roto. Como si él hubiese vendido todo, pero simplemente no fue capaz de explicarme que pasó. Estaba... desorientado. Se declaró en quiebra para clausurar el negocio pero, yo revisé la bolsa y tenía montones de dinero en ella. De hecho... Después de eso él vendió la casa y se mudó de la ciudad... —terminó de relatar, a lo que el detective la observó en busca de reafirmar la historia.

Infernum ; hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora