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La ciudad parecía tranquila aquella tarde, pero SeulGi era consumida por la ansiedad mientras subía el ascensor hacia el último piso del edificio. Sabía que su hermano menor trabajaba en algo que no debía, pero haberle ocultado que su padre estaba en la cárcel, porque él lo metió ahí, significaba una cosa: HyunJin estaba a cargo del negocio de la familia, y eso le dio el acceso a lo que necesitara. Todo era un plan para vengarse. 

Sabía donde estaba el asesino de Yeji, y que ese era Yang. Sabía que el moreno jamás perdió las ganas de hacer justicia, a pesar de todo lo que había sufrido en el primer intento, pero su influyente padre no le permitía mover un dedo. Debía quitarlo de enmedio de alguna manera. Y era tan simple como jugar a policías y ladrones.

Con el mayor de los Hwang tras las rejas, ya nada lo iba a detener. Solamente necesitaba una manera de ser enviado a Busan, y lo logró siendo el mejor en lo que hacía. No era coincidencia que, luego de su llegada a la ciudad, ocurrieran cantidad de desgracias sin justificaciones coherentes para los demás. Pero para ella, cada suceso era obvio.

Jamás iba a salir de su cabeza el último juicio, donde estuvieron cerca de encerrar a uno de los culpables. 

"—El acusado está libre de culpa, por lo que se volverá a realizar una profunda investigación del caso —fue lo que dijo el juez como veredicto, mientras las protestas no demoraron en aparecer.

—¡Yo lo vi! ¡Él estaba ahí esa noche! —los reclamos de su hermano siendo testigo, eran inútiles ante la corrupta justicia.

—Cuando seas alguien, y tengas las pruebas suficientes para comprobarlo, vienes aquí y haces tus berrinches —se burló el abogado de la contraparte.

La sesión había dado fin. Y mientras ella lo abrazaba para consolarlo, el juez se acercó y les sonrió con clara burla. HyunJin quiso golpearlo, pero logró sostenerlo del brazo para que se detuviera.

—¿Quién te crees para gritarme? No eres más que un mocoso mal criado con aires de grandeza. La próxima vez te irá muy mal."

No era sorpresa que ambos ahora estuviesen muertos.

Las puertas se abrieron hacia el pasillo, y decidida a aclarar todo con él, fue hasta el departamento para tocar, pero estaba sin pestillo. Algo bastante extraño en el comportamiento del menor. De igual forma tocó un par de veces mientras empujaba la puerta, y se asomaba para ojear quien había cometido aquel error.

—¿HyunJin? ¿Estás aquí? —pero no encontró más que silencio.

En el lugar no había nadie, y era la oportunidad de comprobar sus teorías. Por lo que se dedicó a buscar las pruebas de que el casero estuviese involucrado, insegura de qué hacer si resultaba descubrirlo.

Recorrió el departamento completo, revisando papeles, recibos, la ropa, cajones, incluso el baño, donde se sentó en el retrete agotada de no encontrar algo.

¿Acaso estaba pensando mal de su hermano?

Quizá, solo era una simple coincidencia. Pero ella conocía la oscuridad que ocultaba, la razón por la que pasó tiempo internado de pequeño. Una mente trastornada a causa de constantes heridas, que le gustaba aparecer ante cualquier emoción complicada, y le daba consejos para conseguir sus objetivos a costa de lo que fuese. No podía ser coincidencia.

Suspiró abrumada, y miró los azulejos con diseños de mosaico que adornaban la pared de la ducha, donde un patrón no coincidía con el resto. La diferencia podría pasar desapercibida ante cualquiera que quisiese usar el baño para lo que estaba hecho, pero no para los hijos de un hombre que usaba la inteligencia en encontrar maneras de ocultarse.

Infernum ; hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora