—En la antigüedad, la Santa Inquisición usaban una tortura llamada La Cuna de Judas, ¿Alguna vez has oído de ella? —el rubio hablaba tranquilo, mientras terminaba de afilar la punta de un trozo de madera que lograba rodear con una mano. Como una especie de lápiz rústico que los turistas comprarían a un artesano—. Colgaban a los interrogados sobre una pirámide puntiaguda. Atados de manos, sostenidos desde la cintura y con las piernas separadas. —imitó la posición del cuerpo con dos dedos separados sobre la punta del "lápiz"—. Y, dependiendo de la rapidez con la que necesitaran la información, los dejaban caer sobre ella para clavarla en sus entrañas hasta obtener una confesión. O simplemente hacerlos sufrir hasta partir su cuerpo en dos.
Una turbia sonrisa se dibujó en el rostro del más joven, mirando fijamente al colgado que perdía fuerzas, incluso para sentir los escalofríos que le provocaban los oscuros ojos contrarios.
—Eran unos desquiciados ¿No crees? —y la sonrisa continuaba creciendo a medida que avanzaba hacia el cuerpo suspendido en medio del recinto—. Tienes mucha suerte de no vivir en la Edad Media, Yang. Aunque... no estas en esa situación porque debo intentar mantenerte con vida.
El nombrado apretó los ojos y rechinó los dientes cuando la punta astillada de la madera, arañó su herida sangrante que comenzaba a provocarle fiebre por la falta de atención.
—Para escribir se necesita tinta —dijo en un tono infantil, y con el rostro demencialmente iluminado de emoción. Estaba feliz de su logro, y tan satisfecho como la primera vez que le disparó a su padre hasta casi matarlo. Pero esta vez ni su madre, ni nadie lo iban a detener.
Gritos desesperados hacían eco entre los árboles. Alaridos desgarradores que alimentaban la dicha en la mirada de su causante, y los espectadores no podían distinguir si aquella escena era una pesadilla, o la realidad.
—Por Dios, ¿Qué está haciendo? —cuestionó el rubio delgado, siendo atraído por el morbo y la falta de credibilidad en lo que sus ojos le mostraban.
Por otro lado, JeongIn se giró cubriéndose los oídos firmemente con las manos, para evitar escuchar y ver el tormento de su progenitor. O ver a HyunJin transformado en aquel monstruo que fingió no conocer a causa de un profundo amor.
Sus sentimientos lo cegaron, y ahora debía vivir con la imagen de su amado abriendo la piel del otro, haciendo garabatos que la sangre volvió ilegibles. Palabras que si sobrevivía, quedarían como recuerdo de que nadie puede escapar de sus pecados.
—¡Estás demente! ¡Ahhhhhh!
La punta de aquel improvisado artefacto torturador, se arrastró por su abdomen hasta formar otra línea de ardiente rojo. Había perdido la cuenta de todas las rayas que tatuó, todas las veces que quitó la sangre con la mano libre para distinguir la escritura, y todas las que peinó la melena con la misma para descubrirse el rostro, mientras rogaba al cielo en silencio que acabase pronto.
—¿Prefieres la Cuna de Judas? Porque yo sí. Pero ya dije que debo mantenerte vivo y, de todas formas iba a hacer esto —se carcajeó enderezando el cuerpo, y le dio la espalda para intercambiar el lápiz por una peluca similar a su cabello, pero que aún mantenía el color dorado.
La camisa negra volvió a su posición luego de que HyunJin terminara, y rápidamente se empapó de su sangre, provocando que la tela se apegase a las heridas y hasta el más mínimo roce le causara dolor.
—Será divertido ver como tu gente acaba contigo —dijo este sacudiendo los cabellos artificiales, para después acomodarlos sobre la cabeza del desdichado con suma prolijidad. Debía quedar lo mejor posicionada que pudiera para continuar con el plan.
—La venganza es de cobardes —la agotada voz de Yang provocó más carcajadas.
—Por favor. Veamos quién habla —terminó de acomodar la falsa cabellera, y volvió en busca de una cinta para ductos que acomodó en su muñeca imitando una pulsera—. ¡Bien! No lo llamaremos venganza. Digamos que es... la tercera ley de Newton: para toda acción, hay una reacción.
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Infernum ; hyunin
DiversosYang JeongIn, hijo de un empresario adinerado, conoce a Hwang HyunJin en el supermercado. Un hombre de melena oscura y misteriosamente atractivo que conquistará su corazón, sin sospechar que aquel día comenzaría su desgracia. ━━━━━━━⚠️━━━━━━━ (†) Me...